El pasado fin de semana tuvo lugar en Sierra Nevada , la II edición del Triatlon de Sierra Navada , prueba calificada como de las más duras del mundo, y de la que pude ser partícipe en una de sus dos modalidades, la corta, con un recorrido de 1500 m. a nado, 40 km en bicicleta, y un último recorrido de 10 km corriendo.
Todo comenzó hace en torno a un año y medio cuando, viendo un reportaje en televisión de una prueba de la Copa del Mundo de Triatlón , me pregunté a mi mismo si algún día yo seria capaz de realizar algo así. Durante unos meses, empecé a correr y a nadar, a la vez que veia reportajes por internet de distintas pruebas, tipo Ironman, pruebas de la ITU , pero sin mayor objetivo del que hace deporte por bienestar y satisfacción, sin pensar en cotas más altas. Hasta que un día me enteré que en nuestra maravillosa Sierra Nevada iba a celebrarse un triatlón.
Cuando llegó el dia de la prueba, allí me encontraba yo en la subida al Purche, a las 8:00 a.m. con un frio que pelaba, pero con la ilusión de poder ver un triatlón en mi tierra, y animando a todos aquellos valientes que participaban en la prueba. A partir de ese momento, me propuse como objetivo el participar en la edición de este año, y para ello hablé con un buen amigo, David, entrenador de triatlón, para que me ayudara.
Me preparó un plan de entrenamiento basado, primero en la pérdida de peso (porque no veas como estabas, Enrique), y seguidamente en ganar fuerza y resistencia. Además, coincidió que un dia estaba en la piscina de casa nadando y me encontré con Pablo Conde . Le comenté lo que tenía en mente y me dijo que solía salir bastante a correr con Luis, que si quería que me llamarían, a lo que respondí que sí, por lo que empecé también a salir con ellos y a participar en algunas pruebas de running hasta que llegó el primer objetivo: la media maratón de Granada.
Ese momento fue para mi una prueba para saber si el trabajo realizado iba a dar sus frutos, o de lo contrario, me iba a desilusionar. Estaba muy nervioso. Pero resultó ser que sí. Hice muchisimo mejor tiempo del que esperaba, y mis sensaciones en la carrera fueron fantásticas, por lo que continué con mi preparación hacia el triatlón.
Posteriormente, vinieron otras series de pruebas (media maraton de Almería, Duatlón de Almeria, Triatlon de Málaga) hasta que el pasado sábado puede completar mi objetivo-sueño.
Durante la semana anterior a la prueba, he tenido los entrenos más duros que jamás he realizado, y me pasaba por la mente si merecería la pena todo el tiempo que le estaba dedicando a entrenar, para luego no tener la recompensa merecida. Ante esto, decidí parar de entrenar tres dias antes de la prueba, a la vez que me vendría bien para que los músculos se me relajasen un poco.
Y llegó el día. Como es habitual, la víspera de una carrera no pude dormir bien. Nervios, acojone,… a las 7:00 de la mañana me sonó el despertador. Me levanté, desayuné y me preparé para subir al pantano de Canales, lugar desde donde comenzaba la prueba. A las 10:05 ¡¡¡¡mmmeeeeeecccckkkkkk!!!!!. Sonó la bocina y todos al agua. Fuera nervios, fuera todo, y a nadar.
Terminados los 1500 metros a nado, había una transición de 1000 m. aproximadamente hasta llegar a la zona de boxes, y desde allí 40 km en bicicleta hasta llegar a Pradollano, pasando por Güejar Sierra y la subida del Hotel del Duque, una “mijilla” dura. Una vez llegué a Pradollano, no sentía las piernas, y todavía me quedaban 10 km. de carrera a pie.
Me dije a mi mismo: “tranquilo Enrique. Todavia queda mucho. Dosificate que terminas”. Pero justo al empezar la subida por la urbanización noté que se montaban los cuadriceps y en torno al km 5, llegó el peor momento de la prueba. Se me montaron los dos cuadriceps y a la vez me dio un tirón en la zona de los “isquio”. Me quedé alli tirado sin poder estirar. Y pensé: “Ya está. A la mierda. Abandono y todo el trabajo de un año al garete”. Me entró tal rabia que se me saltaron las lagrimas. Pero traté de relajarme, intenté estirar y empecé a andar, coincidiendo con el descenso de la prueba. Por arte de magia, empecé a recuperarme y los músculos se me iban soltando, hasta que pude entrar en la meta.
En mi corto periodo de tiempo de competición, esta ha sido la prueba más dura que he hecho, pero tengo por seguro que no va a ser la última. Un Ironman me espera. No se cuando. Dos, tres años quizás. Pero ese es mi objetivo. Y mientras tanto seguiré compartiendo entrenos y pruebas con todos vosotros.
Todo esto no habría sido posible sin la paciencia y la comprensión de mi Mercedes, mi novia, ya que le ha quitado muchas horas de momentos que podiamos pasar juntos. ¡¡A ti te lo dedico mi vida!!!. Y también agradecer a todos los que habèis compartido conmigo entrenos y carreras: David, mi entrenador; Los Pichurris ( que para mi sois “el Pablo y el Luis de la urba”; a Jose y Javi, mis compis de viaje, y a todos aquellos que han compartido un solo segundo de entrenamiento junto a mi.
Y Recordad: SI YO LO HE CONSEGUIDO, ¡¡¡ CUALQUIERA PUEDE HACERLO!!!!