Todo comienza, como cuenta Paqui, una tarde cualquiera, cuando Pablo y Marga publican que están inscritos en el trail de Cabo de Gata. A partir de ahí, avalancha de comentarios, entre ellos de mi hermano, que confirma que está inscrito, y es entonces cuando se me ocurre preguntar «posible para mí?…..Pa que dije ná. Ya todos diciendo que sí, que podíamos, que era una carrera con poco desnivel, que podíamos andar, que teníamos tiempo para entrenar, que nos llevarían en volandas, a sillita de la reina…, y oye, aunque eso luego no ocurre de verdad (jajaja…salisteis todos disparados como fieras!!!!) anima un montón, y de verdad sabes que en espíritu todos estarán contigo, pero sobre todo, te das cuenta de que el grupo confía en tí y en tus posibilidades, y creo que eso es definitivamente, lo que te empuja a afrontar el reto. Por todo ello, a todos los de aquella tarde, MIL GRACIAS, Paqui y yo hicimos la inscripción por vosotros. (… Y porque somos fáciles de convencer, también).
Por supuesto, lo que si tenía claro, es que a esta distancia, o iba con ella, o no iba. Recuerdo que le pedí que nos comprometiéramos a ir juntas todo el camino, tirando la una de la otra, porque si no, prefería no ir. Y ella, que es la rapidilla, me lo prometió. Creo que somos un buen equipo, y correr juntas, nos beneficia mucho a las dos, aparte de hacernos el sufrimiento más ameno.
Y de esta forma, mi segundo reto importante, la media maratón de Almería, pasó a convertirse en un entrenamiento para el trail de Cabo de Gata, tiene guasa, la cosa….Los otros dos entrenamiento fuertes para esta prueba, se los debo a Pablo y a Marga, que junto con Vanessa y demás compañeros de Granada Ultra trail, nos prepararon una buena subidita al monte de 23 km; y a Fran, Moi, F. Quirós, Josraki y Roberto, que nos llevaron de excursión y nos hicieron sentir también como dos más en el grupo. Gracias a todos, de verdad, fue un gran detalle.
Como sabéis, el jueves anterior a la carrera, no me encontraba muy bien, y tuve un gran malestar durante todo el día y el viernes. Me preocupó no poder hacer la carrera, y también me agobié por Paqui, que creo que no hubiera corrido si yo me llego a quedar en tierra. Todo esto, me agobió bastante, pero finalmente, y contando con todos vuestros ánimos como siempre, decidí ir a Cabo de Gata el sábado, y si no me recuperaba 100 %, no correr y ya está. A disfrutar del finde y de la llegada a meta de los cualquieras. «Esto también tenía su atractivo, porque sería la única vez que los recibiría yo a ellos, jajaja»»
Y de repente, allí estábamos el sábado, pasando un día estupendo de playa, en compañía de mi hermano, de Santi y sus familias, y más tarde de Paqui y Dani con las suyas. Recogida de dorsales y a cenar. Esteban se acercó a vernos, pero el pobre para un día que iba en pareja sin peque, salió espantado al vernos con tanto niño…hiciste muy bien!!! Y así, mi pobre hermano, se quedó aguantándonos a Paqui y a mí, con nuestras dudas y nuestras inseguridades. Yo creo que finalmente, conseguimos ponerlo a él de lo nervios, y ya le entra la risa floja pero desesperado de tanto oirnos….Finalmente, fuimos capaces de fijar hora de desayuno, y nos reunimos a las 7 en punto, en el comedor del hotel. Fue corto, pero estuvo guay compartir esos momentos pre-carrera los tres, y aunque creo que Ignacio va tanto al baño por nuestra culpa, que lo ponemos nerviosito perdido, en el fondo, somos buena compañía para él y le hacemos más amena la espera, o no?
Estamos listos y nos vamos para Rodalquilar en el autobús con los demás cualquieras. Ahí conozco a Pepe Roldán, y me doy cuenta de que esto va en serio….El ratico que echamos todos juntos antes de empezar, fue genial.
Comienza la carrera. La verdad, estoy súper tranquila, como si no fuera conmigo. Salimos de las últimas, y dejamos pasar a todos aquellos que iban rápido para no entorpecer su camino. Sólo unos pocos metros compartidos con Moi, mi hermano. Fran, Dani y resto de cualquieras, excepto Santi, que ya iba bastante adelantado, y de momento, nos quedamos sólas. La gran subida para nosotras fue espectacular, pues al ir de las últimas, divisábamos la hilera humana de tan diverso color entre la montaña, avanzando «camino del cielo». Al terminarla, andando, por supuesto, comenzó una bajada chulísima hasta el primer avituallamiento, y ahí vi por primera vez a la de azul. Paqui yo perdimos mucho tiempo aquí. Hicimos pis, vacié el depósito de agua de mi mochila que sabía fatal, lo limpié y volví a llenar, y preparamos otra botella con las sales que nos había dado Dani. Creo que nos pasaron absolutamente todos, por lo que en el kilómetro 7, podría asegurar, que éramos las últimas. Fue entonces cuando le dije a Paqui: » en una carrera con tan pocos participantes, es normal que seamos las últimas, pero por favor, a la de azul, hay que pasarla» Risas, ella pensó como yo.El tema, es que esta muchacha, con el mismo mérito que todos nosotros por supuesto, tenía una forma de correr, tan peculiar, tan rara, tan poco garbosa, que de verdad, por orgullo propio, ¡ella no podía entrar en meta antes que nosotras! Y se convirtió en nuestro objetivo. Corríamos y corríamos, pasamos a unos cinco o seis, pero la chica de azul se nos resistía. La pillábamos en los avituallamientos, pero ella continuaba antes que nosotras y la volvíamos a perder. De vez en cuando, Paqui se quitaba los clips de su dorsal, para mirar el dibujo del desnivel, a ver en qué kilómetros venían las bajadas. Esas bajadas que nunca llegaban. Aquí tengo que deciros, que para nosotros 30 km, es una distancia que no creíamos ser capaces de hacer, y nos animamos pensando que había muchas cuestas arriba en las que podríamos andar, y una vez terminadas, recuperar aire y empezar a correr. De esta forma, los 30 km, serían a ratos corriendo y a ratos andando, de eso si nos sentíamos capaces. Pero nada, salvo la gran cuesta del principio, el resto era llano, y falso llano hacia arriba o hacia abajo, con mini cuestas, por lo tanto, no nos quedaba otra que correr y correr!!! Ay, que largo se hizo el camino!!!
Así llegamos a los arenales y la madre que los parió, que calvario! En este tramo, empezamos ya a cruzarnos con un montón de senderistas, que nos animaban y nos pedían hasta disculpas por cortarnos el paso, qué buena gente! Y fue entonces, cuando a lo lejos, vimos a Roberto con su camiseta amarilla Q. Tengo que decir, que me alegró mucho verlo. Encontrarte con alguien conocido en un momento así es una alegría, y si es un cualquiera, ya ni os cuento. Pero también me acordé de Alvaro. De lo que le hubiera gustado acompañar a su hermano, y de lo bien que se hubiera sentido Roberto en su compañía. Y bueno, aunque por supuesto, no es lo mismo, creo que Paqui y yo, al correr con él el resto de la carrera, le ayudamos un poco mentalmente, porque el pobre iba ya dolorido con su talón. Darse ánimos unos a otros, empuja a seguir hasta alcanzar la meta. Y juntos, adelantamos a la de azul!!!! yuhuuuuu!!!!
Al pasar por los escullos, las familias de El León, de Roberto y los niños animaban, y aunque no fueran nuestros, dan la vida.