Tras 6 meses de «stopping», motivos no me faltan, los que me conocéis bien sabéis de que estoy hablando, y cuando no se puede, pues no se puede…
Un «Q» me habló y me invitó a una carrera fácil y a otras muchas, (pero tenía que ser esta), de 12km por las montañas de Hoyo de Manzanares (Madrid), vi con tiempo que podría disfrutarla y acabarla, sin saber nada más…
Pasaban los días y yo a lo mío, no salía a correr ni nada de nada. Este «Q» todos los días dándome la matraca con lo de salir a correr cada día, y después: los lunes, los miércoles y los viernes; después hasta los fines de semana… Y yo que sí, que sí, que esta tarde sí; pero no había manera.
Agradecérselo, se lo he agradecido siempre (para mis adentros claro, ¿verdad Carlitos? Sólo le faltaba a este «Q» que le dorásemos la píldora…)
Pienso que ha sido el motor que ha tirado de mí, durante el último mes, animándome cada día. No sé si él había tirado la toalla conmigo, lo ignoro. Porque siempre le daba largas. Yo en su lugar habría pasado definitivamente… Aunque por otro lado sabía que me picaría… el gusanillo por estar ahí, disfrutarla y terminarla; por cierto, lema de «Cualquiera puede hacerlo.» Y así, amigos, me fui hacia Hoyo el pasado domingo, 17 de junio de 2012. «Mas pelao que los sapos.»
La verdad es que ganas no me faltaban, poco deporte me ha rozado este año: dos o tres partidos de f-7, uno de pádel y creo que nada más.
Yendo al tajo y tras este breve discursito…
Me preparé un poquito de música en el móvil y el nike+ para ir midiendo la carrera. Luego, el mismo día llegamos al pueblo, entramos en un bar, tomé café y una madalena y empezó a llegar gente y a pedir, se puso el bar hasta la bandera y cuando los nervios no hacían más que aflorar por todos lados, volvimos al coche a prepararnos con los dorsales y a calentar un poquito las piernas en las inmediaciones de la Salida-Meta, en donde nos hicieron una fotico.
La gente ya un poco nerviosa, esto se mueve:-decía otro. Y en visto y no visto, le di al play y empezamos todos a correr, lo que no me esperaba es que, la primera que sonase el «She drives me crazy» de Fine Young Cannibals; mi canción favorita para cuando hacía windsurfing hace ya veintitantos… Lo que me hizo ponerme como una moto. Pero ya había quién me paraba los pies, pues no hacíamos más que empezar y esto no era sino un «quebrantapiernas.»
Sólo acabar el primer km de subida, me di cuenta de lo que se me venía encima y me puse a la sombra de dos que iban «so so…» (del inglés, más o menos.) Y a rebufo fui hasta el km 8. Sufriendo las bajadas entre piedras, caminito estrecho, arenilla donde la gente resbalaba y matándome las cuestas arriba que de la misma forma no había quién corriera, sino andandito. Tuve la sensación de ir tirando de un carro recién cargado de ladrillos… ( matador. ) Y además era la primera vez que corría por entre estos terrenos…
Eso sí, las vistas, sin duda, maravillosas mirases donde mirases, mientras sonaba «El patio de mi recreo» de Antonio Vega.
Y ya sin aliento llegamos al famoso tramo de subida del km 8 al 10, donde cual cabras montesas y entre rocas gigantes, pero sin poder caminar si quiera. ¡Vaya pared! de repente, ¿Quién había puesto eso ahí? Casi a cuatro patas y ni aún así, no hubo forma. No sé cuánto tiempo se me fue, mejor ni pensarlo… Para cuando llegué arriba nadie. Nadie por delante, nadie por detrás, que sensación más desagradable y de impotencia. (Pero sólo quedaban dos)
Y sonó: «Sin dirección» de Los Secretos y pensé de nuevo en ese «Q», que ya me estaría esperando en la meta. Apreté los dientes varias veces y tiré y tiré volviendo a disfrutar imaginando que entraba por la línea de meta; otra vez cuesta abajo, otra vez asfalto y para remate: un campo sembrao de moñigas de vaca o un olor peor, quizás. Se me impregnaron los pulmones y no podía más que saborear eso: la mierda de vaca.
Cincuenta metros más adelante, un policía bonachón y dos niñatos de la organización, no hacían más que animarme, sonreírme y aplaudirme, me señalaban la calle que debía tomar y ya vi el Ayuntamiento, lo que me hizo de nuevo apretar los dientes, rodearlo y saltar las escaleras de cinco en cinco que daban al plano de llegada a la «META,» donde vi el 1:26:19, lo cual me hizo muy feliz. Y verte sonriendo y animándome al entrar, no sé con qué frase, me animó mucho más…
Así que, sólo puedo decir: «El grande eres tú, y orgulloso estoy de tenerte cerca.»
– ¡¡Gracias Guille, Gracias Guille!! –
Y para todos: «Cualquiera puede hacerlo.»