En la clase de mi hija María de 9 años, su profesora y la delegada del curso, tuvieron la iniciativa de hacer una actividad en la que se implicaran los papás y los niños, con el fin de participar en un día de clase normal y convertirlo en una jornada especial.
Se decidió basar esta actividad, en el Libro de los Valores , asignando uno a cada familia con el suficiente tiempo para poder preparar el tema y presentarlo a los pequeños de una forma atractiva y divertida.
Estas jornadas comenzaron hace ya más de un mes y están siendo todo un éxito. Mi hija María, viene encantada del cole el día en que alguno de los papás de sus compañeros, les ha enseñado algo nuevo. Está deseando que sea mi turno. A mí me tocó la Fortaleza , y lo haré a final de Abril.
Fue Silvia, una amiga y mamá de uno de los niños, la que conociéndome bien, me animó a solicitar este valor para explicarlo a los niños. No sólo hablaremos de la fortaleza física , sino de la fortaleza mental , que en mi caso, van tremendamente unidas .
Y en eso quiero basar mi exposición cuando llegue el día. Mostrarles con mi ejemplo y muchos más, que no deben hacerse débiles frente a las adversidades, sino todo lo contrario, hacerse más fuertes frente a ellas y superarlas. Porque pueden, siempre pueden . Y lo conseguirán.
No hace mucho tiempo sufrí en primera persona una gran debilidad, en este caso física. Como la mayoría sabéis, corro desde hace más de dos años, me enganché a este deporte y me dió la vida. Al poco tiempo de empezar, descubrí la montaña de la mano de excelentes personas que hoy se han convertido en grandes y queridos amigos. Miles de experiencias grabadas ya para siempre en mis recuerdos y una mejoría en mi forma física que llegó sin darme cuenta disfrutando a golpe de zapatilla . Cada zancada sumaba, cada reto se superaba y parecía que no había nada que se me resistiera. Y de repente, sin esperarlo, poco a poco me fui viniendo abajo. Fue al llegar la primavera del pasado año.
Había sido una temporada fuerte, con muchos objetivos marcados y conseguidos. Fueron dos medias maratones en asfalto, tres en montaña, mi primera Maratón , carreras de 10 km y un sin fin de rutas montañeras de las que quitan el aliento a cualquiera. Y debió ser que llegó el cansancio. Mi cuerpo se resintió y me avisó de que ya iba al límite. ¿por qué a mí y a los demás no?
Al principio solía hacerme esta pregunta. No entendía por qué yo me sentía así, si el resto de mis amigos con los que todo esto había compartido, habían hecho lo mismo y seguían encontrándose fuertes como el primer día. Hoy sé, después de meses de aprendizaje, que cada cuerpo es un mundo, que nuestra mente es muy compleja, y que el ser humano no siempre reacciona en exactas situaciones de la misma manera.. Yo soy así, he de conocerme, y en consecuencia, cuidarme.
Y aprovechando el Valor de la Fortaleza que me ha tocado enseñar a los niños, quiero contaros esta pequeña historia:
Cuando empecé a encontrarme tan cansada en la primavera pasada, no creí que fuera algo que iba a durar tanto tiempo. Recuerdo que por aquel entonces mi hermano mayor, comenzó a correr. Le hacía mucha ilusión prepararse para hacer la carrera de las Fuerzas Armadas, «Las Dos Colinas» y empezamos a entrenar juntos. Al principio le costaba la vida subir las cuestas del Albaycín y La Alhambra, siempre iba tirando de él hasta que consiguió superarlas. Sin embargo, el día de la carrera, fue él quien tuvo que tirar de mí desde el principio, también mi hermano Ignacio, porque me faltaba el aliento en cada km y en cada subida. No le dí importancia. Un mal día .
Pero los días fueron pasando y no experimentaba mejoría. Así, al llegar las vacaciones y viendo que entrenar más no me ayudaba, decidí descansar. El descanso también es necesario . Yo lo sabía. Y pensé que respetarlo me haría bien, así que aunque de vez en cuando corría por la playa, con horribles sensaciones he de decir, me lo tomé con mucha más calma. Estaba segura, que al volver a Granada y comenzar con las rutas en la montaña, llegaría con mucha más fuerza por ir descansada.
No fue así. Siempre en la cola del grupo. No es que haya ido nunca la primera, pero es que ahora iba siempre la última a mucha distancia y sufriendo! Recuerdo que Quirós me decía : «es que no se puede ser más lenta las personas humanas!» Qué ánimos, verdad?
Pero cuando más sufrí y lo pasé realmente mal, fue un día, a final del mes de septiembre, que me fui con Paqui y dos amigas más a hacer una tirada larga de cara a la Media Maratón de Granada . Paqui, ya sabéis todos que es mi compañera, una maquinona, con mucha resistencia y que estaba muy, muy fuerte. Mis otras dos amigas, corrían pero no tanto como nosotras. Y aquel día, hicimos 18 kms en los que no fui capaz de seguir a ninguna. Pero es que ni las ví. Creo que iba a 6:30 min el km, y tenía la sensación de ir haciendo un spring. Sufrí muchísimo, mis piernas estaban pesadas, doloridas y parecían de hierro.
Aquel día llegué a casa tremendamente desilusionada, ¿qué me pasa? Me repetía una y otra vez….Era como empezar de cero, pero lo que más me afectaba, es que no disfrutaba. Todo lo contrario. Era incapaz de asumir, que no podía seguir al resto del grupo, que no podía asistir a algunas rutas con los Arapajoes por no estar preparada, que irremediablemente me había quedado atrás. Y aquella debilidad física, trajo de la mano entonces, una debilidad mental aún más fuerte . Ver donde había sido capaz de llegar y ver donde estaba, me hacía sentir triste. No podía creer que fuera yo quien se enfrentó a un maratón y lo consiguió, cuando ahora era casi incapaz de correr 5 kms a gusto.
Y toqué fondo cuando el día de la Media de Granada, terminé en 2:15 y sufriendo desde el km 1. Ahora mi mente, se convirtió en el problema más grave. Ya no creía que podía. No creía en mí misma. Y si no creemos en nosotros mismos, quien lo va a hacer?
Pero unos días más tarde, le dí la vuelta al asunto. No me iba a rendir. Tenía que tomar una decisión que me dolía. Empezar de cero. No estaba al nivel de los Arapajoes. No podía salir con ellos los días de grandes rutas. « No estoy preparada. No pasa nada. Voy a estarlo. Pronto!»
Y me puse manos a la obra. Lo primero que hice es ir al médico. Analítica completa a ver si algo fallaba. Efectivamente estaba muy por debajo de los niveles de hierro y ferritina, lo cual podía tener mucho que ver en ese cansancio continuo. Tratamiento y palante!
Lo segundo que decidí hacer es ponerme en manos de Rocío (fisioterapeuta) y Jovi (entrenadora personal), amigas y excelentes profesionales que escucharon mi problema y se pusieron manos a la obra para ayudarme. Me marcaron pautas a seguir, descarga de piernas, ejercicios de fuerza, carrera progresiva, y los resultados se vieron en poco tiempo.
Y lo último estaba en mis manos. No venirme abajo, no tener prisa, ser paciente con mis avances y no dejar de entrenar ninguno de los días reservados para ello. Con constancia y entreno todo llega . Lo difícil es sacar hueco, pero siempre queda alguno!
Y lo más importante, mi amiga Paqui y todos los Arapajoes. Sentí el compañerismo en estado puro. En ningún momento mostraron oposición a que saliera con ellos aún teniéndome que esperar tanto. Todo lo contrario! Los mensajes de ánimo eran constantes y también las regañinas cuando me quejaba tanto. Me han dicho llorica mil veces y hasta eso me ha ayudado! Es verdad, no hay que llorar, no hay que quejarse. Hay que poner solución y crecerse!
Llegados a este punto, tengo que hacer mención especial a mi amigo Quirós. En todo este proceso, y hasta que volví a coger ritmo, no me dejó sóla ni un sólo domingo. En cada una de las rutas que hicimos se ponía detrás mía para impedir que me parara.
Escuchaba mi respiración forzada, me preguntaba qué sentía, cómo me encontraba, me daba consejos, hasta me alimentaba! Y he de decir, que para alguien como él que corre como las cabras en la montaña, no debe ser fácil ir a ese ritmo de tortuga y frenar de forma constante sus piernas. No recuerdo muy bien en qué ruta fue, (porque nunca me acuerdo!), cuando en una de las subidas casi al finalizar el recorrido, él y Moi me empujaron literalmente por la espalda para que pudiera llegar a la cima porque yo ya estaba realmente cansada.
No sé, muchos recuerdos, de todos, ayudándome a superar este pequeño bache que duró más de tres meses. Y fue estando así, cuando me enfrenté a Jarapalos. 44 kms durísimos en montaña entrenados, pero con un estado físico que dejaba mucho que desear. Ahí entró Paqui, mi amiga, mi compañera, que tiró de mí toda la carrera, y ahí también entró la Fortaleza . Esa de la que os hablo hoy. La fortaleza mental , que para aquel entonces yo ya había recuperado gracias a mis amigos y a mi esfuerzo diario. Gracias a ver pequeños progresos y a ver que ante todas las dificultades, respondía mi cuerpo. Ahora sí creía en mis posibilidades de nuevo. Sí creía que podía. Sabía que lo haría. Y cuando tienes esa seguridad, cuando crees en ti mismo sin peros, entonces acompaña la fuerza física. No se muy bien de donde sale, pero lo hace. Porque así terminé yo esta maratón alpina. Con mi mente y con mi amiga.
Con esta historia, me encantaría lograr transmitiros algo que para mí es fundamental. No hay nada que pueda impedir alcanzar nuestros retos. Sólo necesitamos Esfuerzo y Constancia para conseguir todo aquello que nos propongamos, no hay más! No somos atletas, ni tendremos una condición física perfecta, pero tampoco tenemos límites que no sean los que nosotros mismos nos pongamos. Nuestra actitud ante cualquier adversidad y situación de la vida es clave. Sí se puede, siempre se puede. Esa es la correcta . Así todo lo demás llega, y cuando comienzas de nuevo a hacer las cosas disfrutando, la mejora llega sin apenas darnos cuenta.
En mi caso, y estoy segura que para muchas mujeres y hombres que corren, el reto en sí, es buscar hueco para hacer aquello que quiero. Y siempre lo encuentro, porque quiero encontrarlo! Y tú? Anímate a hacerlo. Correr es vida. Hacer deporte es necesario. No olvidéis que la vida saludable es nuestro único billete para intentar hacer un viaje muy largo!