Trail Sierra de Huetor: El Trail de la faringitis

No es que sea muy fan de Sinatra. Vamos, es que no soy nada fan de Sinatra. Pero hay discos indispensables de esos que se hacen una sola vez y que, si tienes suerte, pasan por tu vida señalándote para siempre.

Eso me pasó con con el disco Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim «Sinatra – Jobin» . Un disco superior donde las personalidades geniales de los dos músicos se unen para hacer del resultado algo perfecto. Con este disco en el volumen tres, la habitación a media luz y una botella de vino descorchada, si no mojas esa noche, lo tuyo es que no tiene arreglo.

Si os sorprende que Sinatra firme con sus dos nombres el disco la explicación es sencilla: su megalomanía no le permitió que su nombre fuese más corto que el del otro artista en la portada así que, de no haberlo tenido, tendría que habérselo inventado.

Cuando le preguntaron a Sinatra por el resultado del disco, vino a decir algo así como que «No había cantando tan lento desde que tuve faringitis». Tenéis que oirlo para saber a qué se refiere.

Pues, más o menos, ese ha sido mi trail de hoy en la Sierra de Huetor: nunca antes había corrido tan lento.

El trazado, bellísimo, con un par de bajadas divinas donde de nuevo se han lucido las Merrell, he tenido la tremenda suerte de hacerlo, porque así se lo había prometido, con dos debutantes en el mundo del trail y de las carreras. A los dos los metí en el embolado hace unos meses y Molina , viejo amigo ya, y Javier , más reciente pero también muy estimado, se han estado preparando a conciencia para el día. Vecinos como son del entorno donde hemos corrido, el paraje les era muy conocido y he disfrutado con su conversación las cuatro horas que nos ha durado la hazaña.

Desde la salida hemos ido juntos, muy animados los tres y muy sorprendidos ellos por su capacidad (¡¡yo más!!) y los avatares de la carrera: preguntando qué comer en los avituallamientos, charlando con todos en la carrera, fijándose en la chica que siempre nos pasaba, buscando rasgos conocidos del trazado y sintiendo y encontrándose con su cuerpo y su respuesta a la exigencias de cada momento. Ha sido muy grata experiencia y me he sentido muy orgulloso de poder acompañarlos todo el camino.

Sólo me tomé alguna licencia en la primera gran bajada (entre los kilómetros 2 y 4) donde me lancé cuesta abajo muy seguro y rapidísimo por probar piernas y entre los kilómetros 10 y 15 donde subí a ritmo alto y corriendo solo hasta arriba para bajar hasta el avituallamiento del kilómetro 15 otra vez lanzado y con seguridad, para esperar a mis dos amigos allí unos 15′.

¿Y qué decir de esa llegada a meta con los Q gritando desde lejos al vernos llegar, animando? ¡¡Para poner los pelos de punta!! Mi amigo Molina, emocionado, me dijo: «Joder, si te dan ganas de correr más, parece que te lleven».

Para la próxima, me pido llegar otra vez el último.

>

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *