El pasado domingo 6 de noviembre corrí en Granada mi primera media maratón descalzo. Fue un día especial por muchos motivos, aunque para mí, correr por Granada, mi ciudad de nacimiento, siempre es y será especial. Pero lo que ha hecho tan especial esta edición habéis sido vosotros, los Qualquieras . Me habéis dado todos una auténtica lección de coraje, ganas, compañerismo, ilusión y amistad. Vuestras ganas contagian a cualquiera (nunca mejor dicho), y eso es lo que hace que este grupo vaya creciendo. Desde aquí os quiero dar las gracias a todos, los que corristéis y los que no, y por supuesto a vuestras familias por apoyaros (y aguantaros).
Dicho esto, ahora quiero explicar un poco por qué corrí descalzo. Muchos ya lo sabéis, pero otros no. Quiero dejar claro que no tiene nada que ver con ninguna promesa ni nada por el estilo como alguno al verme se pensó.
Todo empezó hace unos meses, en febrero o marzo de este año. Por esas fechas estaba en plena preparación para el Ironman de Lanzarote y leyendo el libro «Nacidos para correr» . En este libro se pone en tela de juicio el uso de las modernas zapatillas actuales, con sus sofisticados sistemas de amortiguación, de control de la pronación, refuerzos del arco, etc., señalándolas como causa de las habituales y frecuentes lesiones en los corredores. Se argumenta que el uso de estas zapatillas (y todo el calzado en general) hace que los pies no trabajen como tienen que hacerlo, de manera que la mayor parte de la musculatura que interviene en el proceso de correr esté dormida o atrofiada por el deshuso. Observan que las personas que nunca han usado zapatillas no tienen lesiones y además corren más rápido y más tiempo: Tarahumaras, Masais, Bosquimanos, etc… El libro dice muchísimas cosas interesantes, esto es un resumen muy, muy general. El que quiera saber más que se lo lea.
Aparte de lo que se cuenta en el libro, en la revista Nature sale publicado un artículo de un profesor de la Universidad de Harvard (Dr. Lieberman, uno de los ponentes en el NYCBR) en el que se habla de los beneficios que tiene correr descalzo y lo diferente que es la forma de pisar, el reparto de cargas, el impacto en el suelo, etc. cuando vas descalzo o cuando vas con zapatillas convencionales. Esto supone una revolución e inmediatamente se desata una corriente de personas a favor de correr descalzo y sus beneficios, a los que les suman las sensaciones en si de ir descalzo, de contacto con el suelo, de libertad, de conexión con la mente, con tu niño interior, etc… Obviamente, el barefoot running ya existía con anterioridad al libro y a los estudios del Dr. Lieberman (y si no que se lo digan a Barefoot Ken Bob ), pero esto lo populariza.
A mi todo lo que se argumentaba en el libro, no sólo por los Tarahumaras, si no también por nuestros antepasados cazadores-recolectores, que estaban todo el día corriendo, me parecía lógico y bastante coherente. A raíz de esto empiezo a hablar con gente, a buscar cosas en internet, etc., y cada vez estoy más convencido, pero como estoy con lo de Lanzarote lo dejo un poco aparcado. Aparcado lo del barefoot, pero el gusanillo que tenía latente sobre largas distancias se me despierta totalmente y decido relizar por primera vez una salida corriendo de más de 42,195km. En total hago 82km en algo menos de 7 horas en una de las mejores experiencias que he tenido hasta ahora. Y a los pocos días de eso (3 días después), cuando voy corriendo con mi hermano Moisés por el LLano de la Perdiz, en Granada, mientras le voy hablando de todo este rollo me quito las zapatillas. Me las quité en la zona que más piedras había, pero pensaba, si los indios lo hacen nosotros también podemos, los pies son iguales. Nada más lejos de la realidad. Estuve corriendo 40 minutos aprox. porque después de las piedras el terreno era de tierra roja, blandita y húmeda (los que habéis corrido por el Llano después de días lloviendo sabéis lo que digo). Pues a pesar de eso estuve con dolor en la zona del metatarso 2 meses, creyendo incluso que a lo mejor me fastidiaba la carrera a pie en Lanzarote, que era justo un mes después.
Por el momento ahí se quedó la cosa, aunque desde entonces cada vez que salía a correr procuraba pisar con la parte delantera del pie, llevar más cadencia, zancada más corta, etc., pero siempre con zapatillas.
Llegó el verano y probé a descalzarme otra vez. Fueron tres veces en total y todas en asfalto. Las sensaciones fueron espectaculares. Notas como se te van despertando los pies. Horas después de correr notas cosquilleos e incluso pequeños calambres en partes de los pies y de las piernas que antes no notabas.
Por esas fechas Álvaro ya tenía sus Vibram Speed y progresaba a pasos agigantados. Y en agosto nos las pillamos Moi y yo. La locura ya estaba desatada del todo. El primer día hice 13 km con ellas. Tuve problemas en los gemelos y tuve que parar y tomármelo con más calma.
Luego llegó lo del viaje a Nueva York con Álvaro para asistir a la NYCBR 2011. Allí pudimos aprender de los gurús y de los mejores especialistas en esto muchas cosas, además de correr descalzos rodeados de cientos de personas descalzas y con la Estatua de la Libertad observando desde el fondo. Una pasada.
El viaje me sirvió para enfocar todo eso de otra manera, mucho más progresiva y sin prisas. Y lo más principal, antes de correr con Vibram u otras zapatillas minimalistas hay que correr descalzo.
Y así lo hice hasta que llegó el día de la media maratón. Quería comprobar por mi mismo que todas las teorías, vídeos, estudios, etc. sobre el correr descalzo que había visto o leído eran verdad. Es decir, que cualquiera podía correr en asfalto durante al menos 21km disfrutando de la sensación de correr, notando el terreno y con una sensación de ligereza en los pies incomparable. Y digo esto porque no hubiera sido lo mismo correr pasándolo regular y sufrir hasta llegar a meta. Terminar a cualquier precio y con los pies destrozados. Eso se lo dejo a los que hagan promesas (me parece muy respetable), pero no es mi caso.
Aunque la semana previa a la carrera hice dos salidas de 14 y 15 km que me dieron mucha confianza, sabía que era un poco precipitado aventurarme ya con la media. Pensaba que en cualquier momento podía darme dolor en un gemelo o que podía rozarme en algún sitio y tendría que retirarme, pero si podía probar esto en algún sitio era en Granada y rodeado de todos vosotros. La verdad es que sin el apoyo y los ánimos vuestros quizás me lo hubiera pensado más o incluso podría no haberlo hecho, cualquiera sabe.
El día de la carrera estaba en el punto acordado a las 9 de la mañana, en el famoso ya BBVA. Aunque sabía que iba a ver a gente que llevaba años sin ver y que iba a conocer en persona a otros que hasta ahora sólo había tratado por internet, la sorpresa fue bestial. Me encantó veros a todos, a los amigos, a los conocidos y a los nuevos amigos. Todos con una ilusión y unas ganas contagiosas y todos apoyándome en mi idea de correr descalzo. Aunque obviamente hubo algo de cachondeo, todo el mundo fue muy respetuoso conmigo. Nadie me hizo sentir ridículo, ni loco, ni friki, ni nada de eso. Al contrario, todo eran palabras de ánimo y apoyo. De verdad que es algo que os agradezco muchísimo, ya que para mí la situación de estar allí preparado ya para correr desde 20 minutos antes esperando descalzo a que dieran la salida, era un momento al que le tenía cierto apuro. Sabía que una vez en marcha y con cada uno a lo suyo la cosa sería distinta.
Mi idea como dije era salir a 5 minutos por km para rondar el 1.45. Un ritmo muy cómodo para mi y que me permitiría ir bien centrado en la técnica y en el suelo y además poder correr con amigos de toda la vida con los que nunca había corrido.
Me coloqué muy atrás en la salida, más que nunca y sin darnos ni cuenta la carrera ya estaba en marcha. La pelotera de gente era tremenda. Yo me lo esperaba, pero lo que no esperaba era que por el km 3 o así siguiera todavía la pelotera. Debido a esto salimos muy despacio, por encima claramente de los 5 minutos. Los que iban conmigo y que querían rebajar su tiempo empezaron enseguida a aumentar el ritmo, para lo cual era necesario ir casi literalmente apartando gente, adelantando por las aceras, entre los coches aparcados, etc. Yo intenté seguir el ritmo pero me era imposible. Al ir descalzo y con los pies y el cuerpo muy fríos no quería arriesgarme a dar una zancada mal, pisar mal, pillar alguna piedra, etc., así que me limité a correr al ritmo que me permitía la marabunta sin salirme de mi hueco.
Veo irse al grupo de Dani, Fran quirós, Pablo, etc. Voy un buen rato corriendo creyendo que voy sólo y de repente veo a mi hermano Moi que iba todo el rato pegado a mi cogote, concentrado también y sin prisas, corriendo con las Five Fingers.
Los primeros km no fueron muy agradables. El asfalto era muy rugoso y mis pies estaban muy fríos (todo mi cuerpo en realidad) y la sensación no era muy buena. Además la pelotera de gente no me dejaba coger mi ritmo cómodamente. Poco a poco la cosa se despeja y Moi y yo cogemos un ritmo cómodo y empezamos a tragar km. No paramos de adelantar gente, y más de una vez a los mismos, ya que Moi tiene que parar hasta tres veces a mear (poco rato) y yo una (mucho rato).
Vamos un rato con Bauti y se nos escapa en alguna de las paradas. La gente al verme correr descalzo me dice casi de todo, ya lo dijo Moi en su crónica , pero la verdad es que también fueron respetuosos. Mucha gente me animaba, pero la mayoría se limitaba a exclamar: «mira ese, mira ese, mira ese, mira ese…, »
Los km pasan y veo que Moi va fenomenal. El ha corrido mucho menos que yo y va con las Vibram, que es como ir descalzo prácticamente. Lo veo un poco acojonado porque nota cosas en el gemelo y no sabe si le dolerán o no. Yo también voy a la expectativa, siempre pendiente de la más mínima señal de aviso en el gemelo o en cualquier otra parte.
Poco a poco, casi sin que Moi lo note, voy aumentando el ritmo. Cogemos a Bauti por el Camino de las Vacas. Vamos juntos un rato pero en cuanto empieza la subidilla hacia La Chana se queda. Yo sigo aumentando el ritmo. Por esta zona (km 12 o 13) empiezo a estar realmente cómodo. Ya estoy caliente, los pies van de maravilla y las piernas sin la más mínima señal de nada. Me noto ligero y feliz.
Llegamos a la subida de Parque Almunia y sigo apretando. Normalmente corro mejor con algo de cuesta, pero cuando voy descalzo corro muchísimo mejor con cuestas. Al iniciar la subida vamos como minuto y medio por encima del 1h45m, y al terminarla vamos casi al tiempo ya. Moi me sigue sin problemas, por lo que sigo apretando.
Mis sensaciones en estos km son espectaculares. A cada km que pasa me encuentro más fuerte y más ligero. Todos conocéis la sensación de pesadez de las zapatillas conforme vas estando más cansado. Parece que van ganando peso al correr. Pues descalzo la sensación es de ligereza total. Sólo aflojo algo en los avituallamientos, pues aunque sólo bebí al principio estaban chorreando y me daba miedo resbalar y aostiarme.
La zona de Gran Vía y Reyes Católicos fué espectacular. Ir corriendo descalzo por mitad de estas calles es único. En La Carrera y en el Salón están Rosa y las niñas. Como anécdota, mi amiga Belén, al verme corriendo le dice a Rosa (sin saber que era yo):»mira, por ahí viene uno descalzo». Las niñas ni se inmutan porque ya me han visto antes.
En la zona del Camino Bajo de Huétor quiero seguir apretando. Es increíble lo bien que me encuentro. Voy con un subidón bueno y quiero ver lo rápido que puedo ir estando descalzo. La sensación es que puedo ir todo lo rápido que quiera. Por momentos me siento como un keniata corriendo, pero por la sabana africana y huyendo de un león. Es una pasada.
Entonces me freno un poco. Moi va justito y aunque me dice que tire le digo que no, que quiero entrar con el. La verdad es que me importa tres narices llegar un minuto o dos antes y prefiero llegar juntos.
Disfruto esta parte como nunca. Siempre que he corrido la media de Granada cuando he ido por aquí iba ya al límite, contando los metros para llegar. En esta ocasión iba pletórico, sin querer que se acabara. Entramos en meta en 1h44m (tiempo oficial) y en 1h42m29seg (tiempo real).
Al terminar, algunos de los amigos que me encuentro tienen curiosidad por ver las plantas de los pies. Se las enseño y flipan (no se qué se esperaban). No tengo ni una señal de haber corrido descalzo: ni una rozadura, heridilla, zona enrojecida, etc. Nada de nada. Tengo la piel súper suave al tacto y ni siquiera están muy sucios. Y los días posteriores tampoco. Ni dolor en las plantas, ni en los gemelos, nada.
Esto la verdad me sorprende a mi mismo. Esperaba acabar con alguna zona de roce, pero no ha sido así. Ha sido una experiencia muy buena y he podido comprobar que se puede correr descalzo sin problema. Al contrario de lo que se piensa mucha gente es difícil cortarse o clavarse algo. Obviamente el riesgo existe, pero no es fácil. Cuando vas corriendo descalzo vas muy pendiente del suelo. Los cristales, clavos, piedras grandes, etc. que pueda haber en el asfalto (que no hay normalmente) los ves y los esquivas sin problema (igual que cuando vas calzado o en la bici). Puedes tener problemas de abrasión, pero si pisas correctamente sin empujar con el dedo gordo, tampoco. Para evitar esto corrí con esparadrapo en el dedo gordo del pie derecho, ya que tiendo a rozarlo. No tuve el más mínimo problema.
No sé si volveré a hacer una carrera descalzo (tengo en mente un maratón), pero lo que si tengo claro es que cada vez que pueda y me apetezca correré descalzo. Escribo esta última parte recién llegado de correr descalzo, lo primero que hago descalzo desde la media. 11km que me han sabido a muy poco y que he disfrutado mucho. De verdad que es una gozada. Deberíais probarlo.
Muchas gracias a todos por ese tercer tiempo que nos pegamos tan espetacular y enhorabuena, en especial a todos los finisher debutantes.