La mañana del domingo 30 de Septiembre, me levanté muy nerviosa, con más miedo que vergüenza y sin haber pegado ojo en toda la noche, camiseta térmica, camiseta Q, mallas largas, mallas cortas, braguilla para el cuello, dorsal, cintita para el chip….por fin cojo la mochila y salgo del portal. Me espera Juanma, mi amigo/entrenador/psicólogo deportivo, entro en el coche y le hago un millón de preguntas sobre la carrera, incluso intento sobornarle con todo lo que se me viene a la cabeza para cambiar el plan del día y no correr, tengo resaca de las cervecitas del día anterior y necesitó un poco de doping, vamos a tomarnos un cafelito y aparece “el sobrao” otro amigo que se había comprometido a correr conmigo mi primer trail, así que ese era el equipo completo…mis chicos y yo.
Terminamos el café y llegamos a las fuentezuelas, ya se puede respirar ese ambientito de nervios colectivos que hace las carreras tan especiales y tan adictivas, estoy tan nerviosa que me cuesta hablar sin trabarme, y de repente al fondo veo a nuestra querida Maripuri Ñusi, me sonríe a lo lejos y nos presenta a todo el equipo Q , intenta tranquilizarme, hablamos un ratito de nada, nos hacemos unas fotitos y sin saber cómo, me veo andando con mis chicos hacia la salida, subidón subidón, está sonando la canción de mi hijo (Euforia) la pone tantas veces al día que se me la letra, y los pies se me van solos. Un abrazo a Juanma, un beso al “sobrao” y vamos que nos vamos……
Empezamos despacito, conozco a la perfección la cuesta que nos espera hasta que empieza la montaña, poco a poco estamos en la calle Trinidad, esa cuestecilla que hay después de la Magdalena que es empedrada y con muy mala leche, no voy mal, me ha costado menos que cuando la he entrenado, miro a Juanma y le digo has visto? No me he parado, me sonríe y seguimos, pronto oigo los gritos de los primeros animadores (Fran, Eva, Jose…todos de la organización Emotion) y eso quieras que no, te da energía…aunque no me dura mucho…empieza el ascenso, y mi gemelo izquierdo no tiene ganas de correr, “Juanma tenemos que parar que estire” “vale Rosa, pero ese es el gemelo derecho, no el izquierdo” la mezcla de nervios, cansancio, miedo y falta de confianza se apodera de mi por completo, en el primer avituallamiento le digo a mis compañeros que no puedo, que me voy, un poco con la boca pequeña (soy bastante llorona), pero asustada por lo que aún quedaba claro, obviamente ni se plantean dejar que me vaya, y seguimos el ascenso, creo que llevaba el corazón más acelerado que cuando he hecho series alguna vez.
Cada vez que habia subida, empujándome hacía arriba, parecíamos un ejército de hormiguitas subiendo una colina, y de repente la subida terminó, casi lloro de alegría, empezaba el llaneo, impresionantes sensaciones corriendo, no podía para de hablar, me sentía como una niña chica sorteando piedras, troncos, quedándome pegada al barro, esquivando las ramas que mis compañeros (ahora delante de mi) iban soltando como si fueran látigos, estaba como en un trance, y vi el cartelito de “bajada técnica”, horror, la primera de mi vida, Juanma pasa delante y aminora el ritmo, “mira donde pisas Rosa!!!” pero por estas casualidades de la vida, empecé a bajar, mirando donde pisaba él, y descubrí que es muyyyyyyyyyyy divertido, creo que rejuvenecí unos 20 años más o menos, como las locas, melena al viento, descojonada de la risa y al más puro estilo maripuri “oyoyoyoyoyyy” hice las bajaditas. Llegamos al túnel, ya queda muy poquito….recuerdo haber hecho la parte que queda un día en bici, bajón total, se que es super aburrida, calurosa y larga, demasiado asfalto, por lo menos a mí se me hizo eterna.
Gran momento en el ultimo avituallamiento, Jacobo, Joselete, Isra (mas chicos Emotion), reparto besos para todos y seguimos nuestro camino, los pies empiezan a dolerme mucho y Juanma me dice, “mira Rosa el vagón del final de la vía verde ya se ve”, ni mirarlo quiero…es como una manía, si miro el final de algo se me hace eterno; en pleno llano y a trote cochinero estoy a punto de caerme por ir haciendo el ganso, empiezo a ir mal, no puedo soportar los pies y veo un tío que se acerca en bici….coño es Oscar!!! (Mi marido) nos anima y nos acompaña hasta el pabellón, pero yo solo siento unos calambres terribles en los dedos de los pies, “el sobrao” dice, “Rosa no paramos”, y Juanma, negociador como siempre, “Yo no aprieto y tu no paras, vamos que ya llegamos” y así, hombro con hombro, no sé de donde pero saqué fuerzas para llegar, la entrada en las fuentezuelas impresionante, todo el mundo gritando, verdad Juanma? Jajaja, Siham y otros amigos en la meta…… una mano “al sobrao” la otra mano a Juanma, y así entramos como lo que somos… un equipo, pequeñito, pero muy grande.
Me pusieron la medalla, me desplomé en un banco y en ese momento me cayeron dos lagrimones más grandes que mi cabeza, no sé si de dolor, de alegría, de satisfacción o de agradecimiento a mis dos AMIGOS por hacer que yo también pudiera hacerlo, sin ellos hubiera sido imposible.
El año que viene hacemos los 42 km como que dos más dos son cuatro.
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