Hace un par de semanas publicamos un post con algunas recomendaciones y reflexiones sobre el calzado para niños . Con motivo del inicio del curso escolar y ya que no estamos en Nueva Zelanda o Australia (donde es habitual que los niños pasen toda la jornada escolar descalzos, tanto en las aulas como en las actividades deportivas), pensamos que era un buen momento para hablar del tipo de calzado en el que van a pasar tantas horas al día durante tantos meses.
La respuesta y el interés mostrador por mucha gente ha sido muy alto, dando muestra de que es algo que a los padres nos preocupa o interesa bastante. Han sido muchos los amigos que sois padres los que nos habéis consultado por diferentes vías donde comprar los zapatos que salían en el artículo.
Los zapatos que salen en las fotos del post anterior son todos de la marca Vivobarefoot ( www.vivobarefoot.com) , marca inglesa de calzado muy conocida entre los corredores minimalistas. En tiendas de deportes españolas es fácil encontrar ya zapatillas para adulto de running y trail de esta marca, pudiendo encontrar incluso buenas ofertas en períodos de rebajas. No ocurre igual con la línea de calzado infantil, muy difícil de encontrar en tiendas por no decir que imposible, quedando la única opción de comprarlos en su web o a través de Amazon UK. No son zapatos baratos ni mucho menos pero son de mucha calidad y al menos a mi me están dando muy buenos resultados desde que los usamos para los niños, llegando incluso a durarles de un curso para otro (hay que comprarlos grandes, no pasa nada).
Pero al margen del calzado, sea o no respetuoso con el pie, lo mejor para los niños es pasar tiempo descalzos, sobre todo cuando están aprendiendo a andar y en pleno desarrollo. Y no solamente en casa sin salirse del trozo de moqueta, si no en distintas superficies naturales, siempre que sean seguras obviamente. Este tema lo hemos tratado ya más veces en este blog, con post como «¿Están los niños perdiendo el arte de correr»? o «Los bebés mejor descalzos Gerard Piqué» .
Es un tema que poco a poco va saliendo en diversas publicaciones y revistas para padres y del que se empieza a hablar con algo más de normalidad, aunque aún muchos padres y abuelas se echen las manos a la cabeza al oir eso de dejar a su niño descalzo, incluso dentro de la casa.
Recientemente (no se la fecha de publicación) hemos descubierto un nuevo artículo que nos parece súper interesante en la conocida revista para padres serPadres . En el se habla específicamente de niños o bebés de entre 1 y 2 años (cuando empiezan a andar), pero puede ser extensible todo lo que dice a cualquier edad. Hemos preferido copiarlo tal cual está en vez de intentar resumirlo, ya que cada una de las frases que tiene nos parecen de gran valor y muy educativas.
El artículo de la revista serPadres dice lo siguiente:
Puede parecernos fuente de peligros o enfermedades, pero dejar a tu hijo andar descalzo es fundamental para el desarrollo de sus pies y su columna.
La planta del pie de Luis está llena de receptores sensitivos y de presión. El pequeño, sentado en la arena de la playa, no hace más que caerse y levantarse. Mantiene el equilibrio un momento, avanza uno o dos pasos y vuelta al suelo. Al cerebro de Luis y a todos sus músculos está llegando una preciosa información que le ayuda a tener cada vez más éxito en su objetivo. “Los receptores sensitivos y de presión son estimulados cada vez que el niño apoya el pie en el suelo”, explica el fisioterapeuta y osteópata César Martínez.
¿Sería igual si el estímulo fuera siempre de la misma superficie, misma temperatura, misma textura? No.
¿Utiliza las mismas articulaciones y músculos un pie calzado que descalzo? No.
Cuando Marta anda por el césped del abuelo y llega a una zona con más agua, instintivamente reduce la velocidad. Pisa con más cuidado, sus deditos se encogen (como agarrándose a la tierra) sabe que resbala aunque nadie se lo haya dicho. Su cuerpo percibe en milésimas de segundo lo que ocurre y hace ajustes inmediatos . La información del agua no llega a su cerebro a través de los zapatos. Puede que el zapato con suela antideslizante también la sujete. Pero ella se pierde la oportunidad de desarrollar sus propios recursos.
Peligro: atrofia
En cuantos más terrenos se muevan los piececitos descalzos de Marta y Luis, mejor. Su cuerpo ensayará ajustar toda la po stura a un terreno más o menos firme, más o menos frío, más o menos nivelado. ¿Qué ocurre si no se da esta estimulación? “El pie se atrofia”, recuerda el fisioterapeuta César Martínez. Va perdiendo, ya desde el principio, capacidad y posibilidades de movimiento.
Se atrofia el pie y se atrofia el cuerpo. Porque el pie no acaba en el tobillo. Si seguimos hacia arriba encontraremos una enorme cantidad de músculos, huesos y tendones interrelacionados que se ven directamente afectados por el funcionamiento del pie. Las piernas, rodillas y caderas se ajustan continuamente a los movimientos del pie. Podemos seguir hasta llegar a la coronilla, porque sobre el pie se sostiene todo el cuerpo.
Entonces… ¿qué favorece un correcto desarrollo del pie? El uso del propio pie, descalzo, sin más en contacto con diferentes superficies. En la playa, en el césped, en superficies irregulares y diferentes el pie del niño se desarrolla, se fortalece y esto repercute en todo su cuerpo.
¿En el suelo de casa también?
El niño también puede andar descalzo en el suelo de casa si este es adecuado, por ejemplo de madera. No obstante, y aunque pase mucho tiempo descalzo en casa, las mejores superficies para entrenar todas las posibilidades de su pie son las naturales .
¿Qué diferencia hay entre el suelo de casa y el césped de la piscina? La primera superficie no cede ni un milímetro, no se adapta al paso. Sin embargo las superficies naturales (arena, tierra, cesped) son las mejores para aprender a andar porque implican esa doble adaptación: el pie se adapta a la superficie y la superficie se adapta al pie. Aunque incluso las superficies rígidas, como el suelo de casa, permiten al pie descalzo hacer todo su recorrido, algo fundamental para el desarrollo del cuerpo y la postura.
Fuente: Revista serPadres