Ultra-Tri Motril 2016, ¿el triatlón más duro del mundo?

No ha pasado ni un mes desde que terminé mi primer triatlón distancia ultraman, Ultra-Tri Motril 2016, y me parece que ya ha pasado un siglo. Tengo mucha nostalgia.

Por trabajo y también por placer me desplazo con regularidad desde Almería a Granada y de Almería a Motril en coche, lo que hace que pase por muchas poblaciones y zonas, o muy cerca de ellas, por las que transcurrió el segmento ciclista o parte de la carrera a pie y desde la autovía veo a lo lejos la zona de nado con un mar plato casi siempre. Y no puedo evitar recordar con nostalgia y con una sonrisa de oreja a oreja cada km y cada momento de los tres días que duró la carrera. Intento recordar lo que pensaba y cómo me sentía cuando iba por cada punto por el que paso ahora pero en aquellos días.

Probablemente sea el triatlón por etapas más duro del mundo, pero para mi no lo ha sido. Yo creo que la dureza de una prueba la pone cada uno en función de cómo se la tome y de cómo se encuentre, no el perfil o la distancia. Por poner un ejemplo, me resultó más duro y sufrí mucho más este año en la media maratón de Almería que en los tres días de UltraTriMotril.

Para mi ha sido una experiencia muy emocionante, muy luchada en algunos momentos pero sin sufrimiento y disfrutada al máximo, sintiendo que estaba formando parte de algo nuevo, diferente y único que iba a marcar un antes y un después en mi y en el deporte de resitencia en Motril.

Al contrario de lo que se pueda pensar, no he acabado saturado ni de entrenos, ni de bici, ni del ultratri en si. Ni ahora que han pasado varias semanas y lo veo con perspectiva ni al día siguiente de la carrera. He acabado con ganas de más y con la sensación de no haberme castigado mucho, ni física ni mentalmente, ni en la preparación ni en la carrera.

Mi preparación

Creo que una de las claves de haber experimentado estas buenas sensaciones durante los tres días ha sido mi preparación. Quién esté esperando que cuente que me he preparado a conciencia durante mucho meses o incluso más de un año, con un entrenamiento bien planificado por un entrenador con sus macrociclos, microciclos, etc., y con 20 o 25 horas de entrenamiento semanal, siento decepcionarle. Salvo los dos últimos meses, en los que si me he esforzado en hacer unos cuantos entrenamientos clave en cada disciplina, sobre todo con la bici, mis entrenamientos han sido cortos (entre 1 y 2 horas), con intensidad, variabilidad y sin hacer más de una disciplina diaria casi nunca. En la carrera a pie y en natación me sobran dedos de una mano para contar ese tipo de entrenos clave a los que me refiero y con la bici me sobran dedos usando las dos manos.

Una semana típica ideal en los tres meses previos (cuando más he entrenado) ha sido de la siguiente manera:

Lunes : 40 minutos de natación en piscina mientras mi hijo hace su curso (unos 2000 m).

Martes: 1h-1.30 de rodillo en casa o 25 min. de carrera + 45 min. spinning + 45 min. carrera (es decir, ir de casa al gimnasio corriendo, dar una clase de spinning y volver a casa corriendo, todo seguido).

Miércoles: 40 minutos de natación en piscina mientras mi hijo hace su curso (unos 2000 m)

Jueves: 1h-1.30 de rodillo en casa o 25′ carrera+ 45′ spinning + 25′ carrera.

Viernes: 1 hora de natación en piscina (unos 3000 m) o 1h30-1h45 de carrera en el monte.

Fin de semana : dos salidas largas de bici, una cada día, o de bici un día y de carrera el otro, según disponiblidad y circunstancias metereológicas (viento, lluvia, noche, etc.). Estas salidas en bici de fin de semana han ido desde las 2h30 el día que menos hasta las 7h30 el día que más, siempre metiendo desnivel y siempre con viento. Las de carrera a pie han ido desde 20 km la que menos hasta 40 km la que más.

A esto hay que añadirle 3-4 sesiones de ketllebels o pesas rusas de entre 25-35 minutos por semana, siguiendo un programa de 10 semanas, las cuales hacía en cualquier momento del día (normalmente por las mañanas temprano, al medio día o a media tarde).

Yo cerré mi inscripción a finales de septiembre de 2015, a menos de 8 meses de la carrera. No había cogido la bici durante los últimos 4 años, no tuve el rodillo hasta que me lo trajeron los Reyes y no toqué la bici hasta ese momento. En octubre, noviembre y diciembre principalmente me dediqué a correr (más la natación del lunes y el miércoles, eso ha sido fijo todo el curso escolar), participando en esos meses en varias carreras, entre ellas dos maratones de montaña. Desde enero empecé con el rodillo, el spinning y las pesas rusas. Las pesas rusas considero que han sido claves en mi preparación, me han dado un plus de fuerza y resistencia muscular que no tenía.

Alimentación

La alimentación ha sido otra de las claves para mi de estas buenas sensaciones en los tres días del ultra, y no me refiero solo a lo que comí y bebí durante esos días de carrera, si no a la alimentación en el tiempo. Creo que hacer entrenamientos largos o muy largos en ayunas son fundamentales y a mi me han ayudado a poder obtener energía usando mis reservas de grasa y no depender tanto de la ingesta de azúcares. En general, aunque como casi de todo, mi alimentación se basa básicamente en comer grasas, proteína, reducir la ingesta de hidratos de carbono y evitar el azúcar todo lo posible.

En carrera me alimenté básicamente de la bebida deportiva UCAN , de agua con BCCAs, de jamón ibérico con aguacate y de fruta (sandía, piña, naranja y plátanos), además de agua a demanda y sobres de Totum Sport cada 2 horas para reponer sales. Mi recuperación muscular de un día para otro ha sido extraordinaria y no he tenido el más mínimo problema muscular o atisbo de calambres. Antes de descubrir Totum Sport tarde o temprano tenía calambres en mayor o menor grado en todas las carreras largas que hacía. En esta ocasión la novedad además era que nunca hasta ahora había hecho una carrera de más de un día y la recuperación muscular era una de las grandes dudas. El día después del ultra-tri tenía las piernas en muy buen estado, pudiendo subir y bajar escaleras con normalidad y pudiendo dar pequeños saltos. Y sólo dos semanas después volví a competir en un triatlón sprint en Almería con buenísimas sensaciones, quedando 8º de la general y primero de veteranos.

Como curiosidad nutricional tengo que comentar algo. Mi primo Carlos Saéz, Lcdo. en CCAFYD y estudiante de postgrado en nutrición deportiva que además es fan de las dietas low-carb, me hizo dos mediciones en sangre de cuerpos cetónicos (beta-hidroxibutirato), una en la salida y otra nada más cruzar la meta en el día 2.

El cuerpo puede obtener energía en forma de ATP quemando azúcar (glucógeno) o quemando grasas. Los valores obtenidos fueron los siguientes: Justo antes de salir, y después de haber desayunado de todo (fruta, café, huevos, tostada, embutido), tenía 0,1 mmol de beta-hidroxibutirato, señal de que mi cuerpo tenía azúcar en sangre y no tenía necesidad de obtener energía de las grasas. Al llegar a meta, la medición fue de 4,3 mmol. Se considera que con un valor a partir de 2 mmol ya estás en plena cetosis (obteniendo energía de las grasas corporales) y que 5 es el valor máximo que se puede conseguir. Lo cual significa que entré en meta quemando grasa a saco y que si hubiera seguido apretando hubiera seguido teniendo fuerzas y energía suficiente sin desfallecer por falta de azúcar. En la última hora de carrera del día 2, en la que tuve que exprimirme a tope como cuento más adelante, sentía una energía abrumadora, señal de una buena cetoadaptación o adaptación a obtener energía de las grasas corporales, que es lo que yo busco con los entrenos en ayunas.

La única secuela que tuve después de los tres días de competición fueron dos pupillas en los labios, un poco de cansancio general y sensación de despiste los primeros días de la semana, como si tuviera resaca o algo parecido, pero ninguna secuela a nivel muscular ni dolores de ningún tipo.

La carrera

Evidentemente no voy a relatar una carrera de 515 km y más de 31h de duración, sería algo interminable y aburridísimo, pero si voy a contar algunas cosas de cada día.

Tengo que decir que llegaba a la prueba sin ningún tipo de presión y con el convencimiento absoluto de poder terminarla, algo que no dudé que haría en ningún momento, ni antes de la carrera ni durante la misma. Mi única duda o incertidumbre, como contaré más adelante, era entrar en el tiempo de corte previsto el segundo día, en el que teníamos en principio 12h para completar 276 km de bici con unos 4300 m+ de desnivel.

Día 1: 10 km nadando + 145 km en bici con 2800 m+ :

La distancia en natación no era algo que me inquietara mucho, ya que aunque tampoco llegara con muchos metros nadados y solo con 2 tiradas en el mar (una de 4000m y otra de 6200m), he nadado mucho de niño y me defiendo bien. Mi única dificultad fue la sensación de frío que tuve desde el primer 2000 hasta meta, saliendo del agua con claros síntomas de hipotermia y tardando mucho rato en entrar en calor. El mar estaba con bastante ola y sobre todo con bastante marejada, lo que dificultó este sector, haciendo que saliéramos mareados y con ganas de vomitar. De hecho hubo varios participantes que vomitaron. Teníamos 6 horas para hacer esta etapa y la organización, dadas las circunstancia del mar, decidió ampliarlo en media hora más. Yo empleé 3h38 minutos y salí 9º del agua. A los 4000 y a los 8000 m (vueltas 2 y 4), me acerqué a la orilla para beber agua y no recuerdo si tomar algún Totum o no. Hago la transición con mucha calma, sentado al sol para entrar en calor. Por delante 145 km de bici que afronté con mucha tranquilidad y yendo siempre un punto o dos por debajo de lo que podía ir al saber que tenía por delante más de 8 h de margen. Finalmente entré en el puesto 13 de la clasificación general del día, con un total de 10h21m, por lo que descontando la transición que estaría unos 15-20 minutos, hice la bici en poco más de 6 horas. Muy contento y satisfecho con el resultado del primer día.

Día 2: 276 km de bici con 4300m+.

El día clave para mí y el que más dudas me generaba. Teníamos 12 horas para hacer un recorrido que yo conocía en su mayor parte y sabía que para mi era prácticamente imposible hacerlo dentro de ese tiempo. Además el día amaneció con bastante viento de poniente, lo que significaba que en los últimos 40 km, donde se suponía que llaneábamos más y que teníamos que recuperar tiempo, llevaríamos el viento en contra. A todo el mundo le preocupaba mucho la subida a Trevelez, el pueblo a mayor altitud de Europa y que suponía el km 100, pero yo sabía que la subida desde Ugíjar a Cádiar (km 195 al 210 aprox.), aunque tenía menos desnivel iba a ser muy dura por ser una zona muy expuesta al viento de poniente y por la acumulación de kms a esas alturas de la etapa.

Otra de las claves de mis buenas sensaciones fue que decidí hacer todo el ultra-tri sin reloj ni cuenta km ni nada, sólo guiándome por mis sensaciones. Ya me había pasado en los entrenos que al ir muy pendiente de la media que llevaba en cada momento no disfrutaba del recorrido, siempre intentando apretar para subir esa dichosa media. Para completar la etapa en 12 horas había que realizar una media de 25 km/h (con un margen de una hora para descansos, comer, pinchazos, etc.) o de 23 km/h sin margen para nada, ni para hacer pis. Al saber que aunque no entrara en el tiempo oficial podría salir al día siguiente, correr y terminar la prueba aunque no constara como finisher oficial, no me preocupé tanto por el tiempo y decidí salir a disfrutar del recorrido haciendo mi carrera. Sabía que llegaría y me daba igual entrar fuera de tiempo.

A las pocas horas de carrera la organización nos informó a través de nuestros capitanes de equipo que habían decidido ampliar el límite de 12 a 13 horas, por lo que ya sí tenía posibilidades de entrar en el tiempo límite. Aún así seguí mi propio ritmo sin saber nunca en qué km exacto me encontraba ni qué hora era. Así estuve hasta los últimos 40 km, cuando un compañero me alcanzó por detrás y me informó de la distancia y el tiempo. Entonces vi que si me relajaba un poco o tenía cualquier problema con la bici (caída, pinchazo, avería, despiste, etc.) podía quedarme fuera de tiempo por muy poco y entonces pedaleé todo lo fuerte que pude hasta meta, entrando en tiempo por 6 minutos y llegando a Motril a las 10 de la noche.

Al cruzar esa línea de meta dentro del tiempo reglamentario, para mi ya había completado el ultra-tri con éxito. Los 84 km que me quedaban corriendo al día siguiente los veía como un trámite que, con mayor o menor esfuerzo, pasaría si o si. Entré en meta con tiempo de 12h54m y en la posición 31 de ese día.

Día 3: 84 km corriendo:

Como ya dije incluso en la presentación de la prueba a los medios de comunicación, el tercer día del ultra era como un paseíllo triunfal, algo para disfrutar de lo conseguido, un regalo. No es que menosprecie el tener que correr 84 km y más después de 2 palizas en los 2 días previos, pero al ser una distancia que he completado corriendo unas cuantas veces, tener 12 horas para completarla y sólo depender de uno mismo y no de una máquina con ruedas, me daba la total seguridad de saber que la iba a completar sin problema.

Al ser sábado se acercaron muchos amigos y familiares a animarme e incluso a correr conmigo algunos kms (gracias Pérez, Javi y Ñusi). Ante sus gritos de júbilo y de ánimo al verme pasar para que apretara, tuve que decirles algunas veces que para mi este día era como el de un equipo de fútbol que juega la última jornada de liga cuando ya se ha salvado del descenso y juega en casa; quiere agradar, jugar bien y divertirse pero sin importarle mucho el resultado, sin sufrir y sin meter la pierna. Pues así corrí yo, disfrutando de estar en ese sitio y de haber llegado hasta allí pero sin apretar lo más mínimo, para retrasar lo más posible los momentos de sufrimiento que sin duda tendrían que llegar, pero si llegaban en el km 70 mejor que en el 30.

Y así estuve hasta el km 70, hasta Vélez de Benaudalla, corriendo sin parar, hablando con los corredores y teniendo mis momentos de soledad e introspección (no me dejaron muchos porque siempre aparecía alguien para animarme jajaja). En Vélez me tomé un pequeño descanso, tuve un momento un pelín complicado porque no me entendí con mi equipo y no estaban donde yo los esperaba y quedaba la subida al túnel de la Gorgoracha. Pero fueron pocos kms, muy pocos. Una vez coronada la subida, ya sólo quedaba dejarse caer hasta Motril durante 7 u 8 kms por una carretera en sombra y perfectamente asfaltada. Ese fue mi momento de mayor placer, poder quitarme las sandalias y correr con los pies libres y descalzos los últimos kms. La sensación de liberación después de llevar 8 horas con las sandalias puestas (que por supuesto estrenaba ese día, como en todas las grandes ocasiones), es única.

Además de la liberación y ligereza que da correr descalzo, al ser los últimos kms en bajada y llevar ya las piernas tocadas después de los tres días, al descalzarse se corre con más suavidad y menos derroche, haciendo que sufran menos los músculos de los cuádriceps y de las piernas en general. Llegué a meta con el 14º mejor tiempo de ese día, un total de 8h47minutos.

Aunque para mi y para muchísima gente ya no es ninguna novedad el correr con sandalias, para los demás participantes de la prueba si fue bastante llamativo e inexplicable. Aunque la mayoría ya habían visto alguna vez a alguien corriendo con sandalias y sabían de la existencia y tendencia del calzado minimalista, no concebían que pudiera correr con eso durante tantos kms y por asfalto, más después de los dos días anteriores. Todos se asombraban y me decían algo cuando los adelantaba o me adelantaban ellos.

Mi clasificación general final fue en el puesto 20, con un tiempo total de 31h53m16s. A una hora y veinte del 10º y a poco más de 4h del tercero, algo que para mi, habiendo 421 km de bici por medio, considero un muy buen resultado.

Pero lo mejor de esta carrera no es el tiempo ni el puesto, si no el hecho de vivirla y de disfrutarla, pudiendo terminarla sin pasarlo mal y quedándose con ganas de repetir. Una experiencia extraordinaria que además se comparte en equipo durante 5 días, desde que llegas al hotel el miércoles hasta que te vas el domingo. Una carrera en la que todos los participantes somos considerados héroes y somos tratados por la organización con un cariño y mimo como si nos conocieran de toda la vida, desde el primero al último, llegados a meta o no. Una experiencia que recomiendo a cualquier persona que le guste la larga distancia y a la que no tiene que tenerle miedo, sino respeto, humildad y afrontarla con determinación, pero sin obsesionarse en los entrenamientos. Considero que esto, a no ser que seas un profesional con dedicación exclusiva, no hay manera de entrenarlo sin que suponga demasiado sacrificio de uno mismo y de su familia y amigos, y yo no quiero eso. Se trata de tener experiencias acumuladas, alimentarse de manera coherente y conocerse uno muy bien, no hay mayor secreto.

Tengo que agradecer muchas cosas a mucha gente, pero para no ser pesado y no olvidarme a nadie, me quedo solamente con las gracias a mi mujer Rosa, una súperwoman en todos los aspectos y con las gracias a mis hermanos, que fueron, son y serán mi equipo de aventuras y sin los cuales no tendría sentido hacer nada de esto.

¿Repetiremos hermanos ?

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