Una decisión difícil

Lo tengo muy claro desde hace más de dos semanas, pero no hacerlo público aún , me hacía sentir una mínima esperanza. “Aún queda tiempo” , pensaba. Pero no es cierto. Ha sido una decisión difícil, pero acertada. Estoy segura de ello.

La Maratón Alpìna de Jarapalos, es una cita esperada. Una cruz en mi calendario de cada año. La he corrido cuatro veces consecutivas, y ésta hubiera sido la quinta. Inscrita desde el mes de Julio, como siempre. Pero esta vez, me quedo en tierra.

Y estoy contenta, eh? Mucho, aunque no lo parezca. Porque me siento afortunada a pesar de las dichosas lesiones que no me dejan enfrentarme tranquila a ninguna carrera. Pero siempre lo consigo, y eso, es para estar contenta. Para esta agradecida a la vida.

Veréis, el origen de todos mis males desde hace ya un par de años, es una dismetría en mi cadera bastante considerable. Ahí ha estado siempre, pero claro, yo no lo sabía. Corrí durante tres años sin saberlo, enfrentándome a todo tipo de carreras, primero asfalto y luego montaña.

Lesiones? Pues sí, las típicas del corredor que empieza demasiado deprisa y se hace año. Pero cada vez que llegaba una, paraba, la curaba con ayuda de profesionales, y continuaba.

Sin embargo, hace aproximadamente dos años, comencé con un dolor en el aductor derecho que no me abandonaba a pesar de los tratamientos. De ahí pasó al psoas, o al oblicuo, no sabía muy bien qué era lo que me dolía, y después las lumbares, con unos dolores bastante intensos en carrera, incluso en reposo.

A Jarapalos, como a otras carreras de por medio, he asistido dos ediciones con esos dolores. Siempre con miedos. Más concentrados en un lugar o en otro, pero como yo digo, “el centro de mi cuerpo, la mitad” siempre resentido.

Pero en carrera me olvido de todo, aguanto las molestias, entro en calor, y me digo: “a disfrutar, que tú puedes hacerlo” . Y sólo pido que nada sea demasiado insoportable como para hacerme parar.

Ojo, por si alguien se lo está preguntando , nunca he corrido con dolores severos. Nunca. Ni poniendo en riesgo mi salud. No lo haría. Sabía por mi fisioterapeuta que no había nada grave, ni indicios de que así fuera, pero el caso es que las molestias no se iban y eran casi siempre las mismas. Intentábamos poner soluciones, como periodos de descanso, ejercicios de fortalecimiento, vendajes, etc… y yo continuaba corriendo y disfrutando .

Me acostumbré a correr así, y no me importaba.

Hasta que un día me pidieron radiografías, resonancia y demás pruebas, y tachán! Ahí estaba el origen de todo. Una dismetría de cadera de más de un centímetro y medio (todos tenemos una pierna un pelín más larga que otra, pero esto ya es demasiado ), me había provocado, entre otras cosas una rotura en el labrum (cartílago que la recubre), y sabiendo ésto, nos pusimos manos a la obra.

Para que yo lo entendiera…era como si un ferrari hubiera estado corriendo con tres ruedas… Esta descompensación puede que no se note en tu día a día, como fue mi caso, pero en carrera es otra historia. Y después de muchísimos kilómetros en mis piernas, tuvo sus consecuencias.

Desde entonces corro con un alza (que no plantilla) en mi zapatilla derecha, y ésto, junto con los cuidados oportunos, ha hecho que muchas de las molestias, ya desaparecieran.

Pero aún hay coletazos originados por este pequeño problema, como la tendinitis en la “fascia lata” (justo a la altura de la cadera), que seguramente lleva ahí mucho tiempo, pero que vio la luz el pasado mes de Mayo, justo cuando había decidido hacer la Subida al Veleta por la ELA.

Y bueno, aunque fue como un jarro de agua fría, otra vez con lesión antes e afrontar una prueba , pronto cambié el chip y me dejé llevar por los consejos de profesionales. Llegados a este punto es importante destacar la figura de aquéllos, que sabiendo que correr te puede hacer año, también saben que te hace tremendamente feliz. Y ponen ese sentimiento por encima de todo. Se ponen en el pellejo del deportista y de la importancia que para él tiene practicar su deporte. Y entonces buscan soluciones más allá de decirte, “deja de correr y ya está” (que también me lo han dicho). Yo he tenido mucha suerte. Para mí, estoy en manos de los mejores. Rocío y Torcuato…gracias.

En esta ocasión, lo positivo fue, que la Subida al Veleta, eran 50 kms en subida continua, sin tregua. Pasando de unos 600 metros a 3.200 metros de altitud aproximadamente. El tipo de zancada en una carrera así, es tan cortita y constante, que mi tendinitis no me daría guerra. Me tranquilizó mucho oír eso. “Si fuera una maratón de asfalto, no llegas”, también me dijeron. Pero no era el caso! Y estaba feliz por ello.

Así fue. No dolió absolutamente nada. Completé mi subida al Veleta sin problema, y lo hice por todos aquéllos que no pueden. Por mi amigo Jorge y todos los enfermos de ELA . Cómo no voy a sentirme agradecida y bendecida por haberlo conseguido!

Así que ésta vez he decidido no tentar a la suerte. He tenido mucha . A pesar de mis dolores. A pesar de mis lesiones, siempre lo he conseguido. Nunca he tenido que retirarme de una carrera. Y tras la vuelta de las vacaciones sabía que tenía que curar esa tendinitis que no iba a desaparecer sóla.

Tras el merecido descanso en verano, que no imagináis lo mucho que lo necesitaba, vino el descanso obligado por el tratamiento (la temida E.P.I.), y el resultado han sido más de dos meses en total sin correr. Cuando me dieron ” el alta”, quedaba poco más de un mes para Jarapalos. 45 kms de dura y bella (a la par) montaña , con 5.000 metros de desnivel acumulado.

“Puedes hacerlo? Claro que puedes. Pero no sería sensato” . Eso me dijeron. Dale un pelín de más rodaje al cuerpo, sin prisa y progresivo, y en nada todo volverá a la normalidad. Y ésta vez, voy a hacer caso.

Porque como digo, a pesar de todo, siempre he tenido mucha suerte. No puedo quejarme de nada ni lo hago. Pero lo cierto, es que mi gran objetivo de este año , está conseguido. Y sigo estando súper feliz cada vez que lo recuerdo. Hice la carrera de mi vida aquél 6 de Agosto que coroné el Veleta. Significó mucho. Demasiado.

Así que el próximo 11 de Noviembre, no correré la Maratón Alpina de Jarapalos . Esa carrera que me ha dado tanto. Sólo buenos momentos. Por la gente con la que la comparto, mis amigos, por la belleza de su paisaje, por su extrema dureza, por su organización y voluntarios. Porque me río siempre mucho en ella, me divierto, y también sufro.

Porque esa llegada a meta es increíble. Y me quedo con las cuatro veces que la he cruzado. Por igual. Cada una ha significado algo muy especial, y estará para siempre en mis recuerdos. Y VOLVERÉ, POR SUPUESTO!

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