O debería decir al filo de lo imposible?? Pues sí, la experiencia vivida el pasado sábado en Sierra Nevada, parece más bien un documental de Al filo de lo imposible en el cual jamás me hubiera imaginado como protagonista. Ya tengo bastantes experiencias corriendo sobre la nieve y bajo la nieve…pero creo que ninguna de ellas en condiciones tan extremas. Sin duda, los entrenamientos que realizamos de mano de los Arapajoes en alta montaña, nos dieron la preparación necesaria para afrontar esta carrera. Preparación para poder correr en altura, con gran desnivel y con frío. Pero para afrontar las condiciones tan adversas que además se unieron a todo esto la tarde del sábado, hay que estar preparado mentalmente casi tanto como físicamente. Y una vez más, Paqui y yo hemos demostrado que lo estamos, y que de momento, nada ni nadie nos ha frenado.
He de decir que yo le tenía miedo a esta prueba. Miedo al frío, simplemente. Soy extremadamente friolera, y lo que más me preocupaba era no aguantar esas temperaturas y tener que retirarme. En cuanto a la distancia, ni lo pensé. 11 kms, un paseo, no? Pues en ambas cosas me equivoqué. En cuanto al frío, mi temor desapareció nada más comenzar la carrera. Llevábamos la equipación adecuada, con ropas térmicas y más de una capa de pies a cabeza. Tanto que nos costaba movernos y en casa, mientras nos vestíamos nos dieron los sudores de la muerte…. Aún estando a temperaturas bajo cero, en cuanto empiezas a moverte y estando bien equipado, te das cuenta que el frío no va a ser el problema. Y en cuanto a la distancia….11 kms eternos, más duros que 42! Y también me dí cuenta de que se me iban a hacer muy cuesta arriba en cuanto empezamos. Correr sobre nieve polvo, apenas pudiendo evitar que se te hundan los pies, con unas subidas de infarto y aguantando encima un temporal que no cesó durante todo el recorrido, es difícil, muy difícil. Y una pequeña distancia puede convertirse en un mundo.
La llegada a la Sierra ya fue un espectáculo. No dejaba de nevar y finalmente tuvimos que parar a poner las cadenas. Subimos juntos Quiros, Curri, Paqui y yo en un coche, y en otro iban Pablo y Roberto, los bichos. Muchas risas, algo de nervios y por fin llegamos.
Al bajarme del coche en el aparcamiento, ya me quería morir! Qué frío! Pero pronto llegamos a la discoteca del Hotel Meliá, donde se daban las últimas instrucciones para la carrera y allí entramos en calor y nos preparamos. Cuantas cosas había que coger! No se nos podía olvidar nada…frontal, pilas para el mismo, manta térmica, yacktraks, gorro, guantes, móvil cargado de batería…y absolutamente todo lo controlaron y comprobaron en cada uno de los participantes.
De ahí, en línea de salida para aclimatarnos, nos ofrecieron un café que nos supo a gloria en medio de aquel temporal y de aquella niebla. Mochilas en guardarropa y listos. Preparados para afrontar una carrera que antes de empezar, ya sabíamos que nos iba a hacer sufrir más de la cuenta. Nuestros Arapajoes Quiros y Curri nos desearon suerte y PUM! en marcha!
Comenzamos corriendo y en seguida nos dimos cuenta que teníamos que parar y andar. El aire nos faltaba por la altura, y correr encima de la nieve se nos hizo imposible en la subida. Desde Pradollano a Borreguiles, ni más ni menos. No se veía nada alrededor. Lo mismo te dicen que estás en Sierra Nevada que en Pirineos, imposible de distinguir. A la lluvia de nieve continua había que añadir una niebla que nos impedía ver más allá de la hilera humana que ascendía unos metros por delante nuestra. Ya se hacía de noche y la luz que había era la de los frontales. En aquellos momentos pensé en la gente que se pierde en lugares así. Que desorientación madre mía, debe ser angustioso. Mires a donde mires, sólo ves blanco….
Paqui y yo entramos en calor, e hicimos la subida muy bien, al ritmo máximo que nos permitían estas condiciones pero seguras de que llegábamos a la cima. Pronto empezamos a ver a gente de vuelta bajando y esos nos animó. El descenso tenía que estar cerca y con ello el descanso y un poquito de relajación para nuestras piernas. Cuando vimos a los que iban delante nuestra girar y empezar a caminar en llano, supimos que ya estábamos arriba, y de repente, a mi derecha, apareció como de la nada, el Telecabina Al Andalus. Ya estábamos en Borreguiles, y es increíble como la niebla lo cubre todo, y de repente te encuentras con esa enorme instalación a tu lado y te sientes tan pequeño….
Paqui y yo empezamos a bajar. El terreno estaba muy complicado. Tenías que hincar talones y echarte hacia atrás si no querías caerte, aunque he de decir, que caerte en ese manto de nieve no tiene que hacer nada de daño! Tuvimos que frenar el ritmo porque de verdad que estábamos a punto de caernos un montón de veces, hasta que ya empezamos a controlar. La nieve hacía mucho daño en la cara debido a la fuerte ventisca, y finalmente tuvimos que quitarnos las gafas porque no veíamos absolutamente nada. En medio de todo este temporal, me pica la oreja, me voy a rascar y….. ¡mi pendiente! Paqui! se me ha perdido un pendiente!!!! Paro en seco, me pongo a buscar un pendiente minúsculo que hubiera sido enterrado por la nieve en menos de un minuto y zas! Lo encontré! Increíble pero cierto. Mi amiga no daba crédito. Y me quité mis guantes y lo guardé muy bien porque para mí tienen un valor sentimental tremendo! Que cosas me pasan, si yo os contará….. Paqui me dice que la montaña me envía señales….
Una vez pasado este percance, continuamos bajando y ya oímos la música en meta. Pensé que ya estábamos llegando. Que no nos harían correr más con este temporal…que ilusa. Cruzamos la meta a modo control, y teníamos que continuar. Otra subida más, quizás un poco más corta pero más dura. Al menos así lo sentí yo. Tal vez por el cansancio, o porque ya empezaba a tener frío, pero ésta se me hizo eterna. Me puse detrás de Paqui y sólo le miraba los pies. No quería alzar la vista, porque mirar hacia arriba y ver a todos aquellos que iban por delante sin poder saber cuanto quedaba, me desesperaba. Así que decidí ir mirando hacia abajo sin pensar demasiado, y esperar el ansiado descenso a meta. Cuando escuché decir a una chica de la organización, «ya estáis arriba, comenzáis a bajar al llegar a esa luz», ´me animé mucho, ya estaba hecho.
Tuve la misma sensación que tienes cuando estás esquiando. Tardas en el remonte un buen rato para llegar a pista, y luego apenas unos minutos en bajarla. Pues aquí más o menos igual. Las subidas eran lentas y eternas y las bajadas, a pesar del mal tiempo, un disfrute muy corto…
En los últimos metros Paqui iba muy mareada, creo que sobre todo debido a la altitud y desorientación, pero no quería parar. Así que motivadas por el sonido de la música y los aplausos de la gente, corrimos todo lo rápido que pudimos hacia la meta, que una vez más cruzamos de la mano. 2:20 para 11 kilómetros, haceros una idea…. Corriendo cogimos nuestras mochilas y nos indicaron el lugar de las duchas y cena.
Al entrar al comedor, de momento vimos a Quiros y Curri que ya estaban cambiaditos, sequitos, guardando mesa y con cerveza en mano, como a ellos les gusta…Se levantaron en seguida a recibirnos y darnos un abrazo. Esos abrazos son momentos inolvidables en este tipo de carreras. Reconfortan, alegran, y te hacen ver que todo merece la pena. Que todo esfuerzo tiene recompensa. Ya os he comentado en otras ocasiones que este deporte me está dando mucho, bastante más de lo que yo entrego. Y tener amigos como ellos, es prueba de ello.
Paqui y yo nos cambiamos e intentamos recomponernos. Nuestro pelo llegó granizado, en forma de chupones de hielo, nuestras pestañas y cejas cubiertas por nieve y en realidad teníamos poco arreglo! Salimos al comedor, contentas porque todo había acabado ya. Y la cena, compartida con ellos y con Pablo y Roberto, nos supo a gloria. Puré calentito, pollo y pasta! mmmm, he de decir, que la organización fue perfecta, nos cuidaron de principio a fin! Y después entrega de premios, cervecita y a celebrar que todo estaba hecho, que estábamos todos juntos y…sanos y salvos! Que teniendo en cuenta las condiciones de la carrera, no es poco!
Y aquí termina esta historia. Nuestro pequeño equipo de nuevo lo consiguió. Que orgullosa estoy de ti compañera. Eres la caña. Contigo siento que puedo afrontar cualquier reto por difícil que sea. Estoy viviendo unas experiencias impresionantes a tu lado y siento que eso nos está uniendo cada día más. Y cuantas historias nos quedan por contar!
PD: os dejo unos vídeos que tuve el valor de hacer, para que os hagáis una idea de lo que vivimos en Sierra Nevada este fin de semana. Puede parecer una imprudencia, pero lo hice con muchísimo cuidado y en momentos donde podía hacerlo sin peligro. Necesitaba grabar lo que estaba viviendo. Y me alegro mucho de haberlo hecho!