El 27 y 28 de agosto participé en la 2ª edición del Sierra Nevada Mountain Festival, festival en el que ya participé el año pasado. El festival consiste en un Km Vertical el sábado y en una Carrera x Montaña el domingo. Con el precio de la inscripción (30 euros no federados en montaña) puedes correr una o las dos.
El año pasado sólo participé en la CxM, un recorrido de 14km subiendo y bajando por mitad de las pistas de esquí de Sierra Nevada (el recorrido no puede salirse del área esquiable.)
En esa época acababa de recibir unas zapatillas New Balance de trail que gané en un concurso de fotografía en el Facebook de esa marca. Estaba deseando que llegaran para que me diera tiempo a usarlas y poder correr con ellas la CXM del festival. Las zapatillas eran las NB MT100.
Cuando me llegaron no eran cómo me esperaba. Yo esperaba una robusta zapatilla de trail similar a las Salomon o a las de otras marcas y estas no eran así. Eran mucho más ligeras de lo que me podía imaginar y se veían muy frágiles. Con un tejido de rejilla muy perforado y sin ninguna protección, ni tela gruesa o zonas reforzadas. Me recordaron a las típicas zapatillas de competición de asfalto pero en versión trail y bastante raras.
Al ponérmelas me encontré también raro, con la sensación de ir en alpargatas y con el pie muy suelto. Normalmente cuando te pones unas zapatillas para correr clásicas notas que se te ajustan como un guante, sujetándote el pie y dándote sensación de seguridad. Corrí dos o tres veces con ellas para probarlas pero no me convencieron y corrí la CxM con mis Salomon XT.
La carrera (el año pasado) básicamente eran 7 km de fuerte subida y otros 7 de fuerte bajada, es decir, subir desde la zona más baja del a estación de esquí (Pradollano, 2150m) hasta la más alta (rozando el Veleta, a unos 3200m) y volver al punto de partida. Nada más salir se sube por la pista de el Río para desviarse a la derecha y seguir subiendo por la Fuente del Tesoro hasta arriba del todo, con zonas de hasta el 55% de pendiente.
Subir no es nada difícil. Todo el mundo sabe subir. Uno detrás de otro y siguiendo una línea bastante común. Otra cosa es el ritmo que seas capaz de seguir o que necesites pararte. Pero bajar es otra cosa. Bajar corriendo por mitad de una montaña es otra cosa. Y si es por mitad de las pistas de esquí que bajan por el Veleta ya ni te digo. Es una cosa muy técnica, arriesgada y para mí bastante complicada. Es un terreno lleno de piedras enormes que se van desmoronando conforme bajas y por donde cada uno baja por un sitio distinto, por donde puede.
Cuando iba bajando por ahí con las piernas destrozadas e intentando no caerme iba agradeciendo a los dioses de las montañas el haber elegido las zapatillas que llevaba para la carrera. Las Salomon. Sólo de imaginarme bajando con las NB me dolían los pies. Hubiera sido como ir con los pies casi desnudos, pensaba.
Para el que no lo sepa, una zapatilla minimalista es una zapatilla aparentemente normal al verla pero que es mucho más simple que las demás. No tiene nada o casi nada de amortiguación, no tiene control de la pronación, no tiene forma para el arco del pie (es totalmente plana), no lleva refuerzos en la puntera, la horma es muy ancha y tiene un mismo grosor toda la suela o con muy poca diferencia entre la punta y el talón. No aprietan nada los dedos permitiendo que se expandan y se muevan. Y por la parte superior son muy delgadas, protegiendo muy poco ante la posible caída de una piedra encima del pie. La suela es muy fina y resistente, permitiendo que notes todas las piedras e irregularidades del camino pero sin peligro de clavarte nada cortante o de punta.
Este año la carrera se ha ampliado de 14 hasta 21 km, con un recorrido casi igual hasta la mitad y metiendo más subida en la segunda mitad hasta llegar a esos 7 más. Lo han hecho según han explicado para cumplir con la normativa de la federación de montaña (21km1850+). Y este año además, participé el día de antes en el Km Vertical.
Un Km Vertical consiste en superar un desnivel de 1000+ en la menor distancia posible, unos 4.5 o 5 km, trazando el recorrido lo más vertical y directo posible. Esto normalmente sólo lo permiten las estaciones de esquí. En este la distancia era de 4.7 km, saliendo desde Pradollano, a 2150m y llegando hasta la carretera que va al Veleta por encima del remonte superior del telesilla Stadium, a 3200m de altitud.
Para el km Vertical tenía claro que iba a utilizar mis zapatillas minimalistas. Es todo para arriba. Ya llevo unos meses corriendo con ellas, desde hace un poco menos corriendo descalzo y desde hace menos de un mes con las Vibram Five Fingers, y estoy mucho más adaptado a correr con ese tipo de zapatillas. Se me han reforzado los gemelos, los pies y toda la musculatura en general de las piernas de rodillas para abajo.
Pero para la del domingo no lo tenía nada claro. Cada vez estoy más convencido de los beneficios y mejoras de correr descalzo-minimalista , por lo que siendo coherente, pensaba que lo mejor era correr con ellas. Pero sinceramente no me veía ni me atrevía a bajar corriendo por los mismos sitios del año anterior con estas zapatillas. Las zapatillas minimalistas están pensadas y diseñadas para correr apoyando primero la parte delantera del pie y terminar apoyando el talón, pero suavemente. Para correr notando el terreno y las piedras y que sean los pies y los músculos los que trabajan, para ir leyendo el terreno con los pies. Y las Salomon que yo tengo están pensadas y diseñadas para correr por la montaña con la misma sensación que cuando vas por asfalto. Homogenizan el terreno. Son las zapatillas con sus modernos sistemas de amortiguación y control de la estabilidad las que trabajan más, sufriendo ellas las torsiones y las fuerzas y protegiendo mucho al pie a base de inmovilizarlo. Están pensadas para poder bajar por la montaña clavando el talón y arrasando el terreno si es necesario.
Con las zapatillas minimalistas se intenta correr de una forma más natural, como si fueras descalzo. Apoyándote en las piedras sin desplazarlas. Imagina que tienes que bajar una pendiente con piedras grandes yendo descalzo y lo más rápido posible. Imagina que has perdido las zapatillas y que tienes que bajar por cojones descalzo. ¿A que no bajarías lanzando los pies contra las piedras? Intentarías bajar buscando apoyos y dando las zancadas mucho más cortas, apoyando la parte delantera primero. Como dice la famosa frase del Tao Te Chin (el libro junto con la Biblia más traducido del mundo), «un buen corredor no deja huellas».
Como las Salomon no las había usado desde hacía muchos meses estuve los días previos al festival andando con ellas. Subimos a Borreguiles con los niños y andamos por las inmediaciones del Veleta. Después de todo el día con las zapatillas puestas acababa con los pies bastante doloridos, sobre todo los dedos, pero lo consideraba normal hasta cierto punto.
Llega el día del Km Vertical y allí estoy yo dispuesto a correr o a andar, la verdad es que no estoy seguro. Dan la sailda y como la primera parte es corriendo salgo bastante adelante. Salir en frío y con esa altitud me hace que a los 5 minutos esté ya con las pulsaciones por las nubes. En las carreras no suelo ponerme el pulsómetro, pero en esta sí lo llevo porque tengo bastante curiosidad en ver las pulsaciones a las que voy. En cuanto aquello empieza a empinarse demasiado (primera pala del río o un poco antes) todo el mundo se pone a andar, y yo también. Voy a 170 pulsaciones y aunque me pongo a andar de ahí no bajan. Normalmente corriendo a ritmo alto (por debajo de 4 minutos el km en asfalto) estoy a 160-165 ppm. Me adelantan algunos, entre ellos las 3 primeras mujeres, que se van jugando la copa de España. Me doy cuenta de que la gente tiene mucha más práctica que yo en ese terreno y asumo mi situación sin darle importancia. Intento concentrarme en mi y en no mirar mucho hacia arriba, porque la meta se ve muy lejos y muy arriba.
La primera media hora se me pasa muy rápido y llego al avituallamiento (agua) de mitad del recorrido, situado en la carretera de Borreguiles. Bebo agua sin detenerme y continúo. En esa zona la pendiente suaviza un poco y se puede trotar, por lo que adelanto a unos cuantos. Enseguida se vuelve a empinar y vuelta a andar. En este punto veo que las pulsaciones me bajan algo y que voy cogiendo cada vez más ritmo andando. Ya no me adelanta nadie y ahora soy yo el que adealanta a alguno andando. En la última pala del Stadium la altura ya es muy considerable (unos 300om) y veo a la gente resoplando y respirando con dificultad, costándole mucho trabajo avanzar. Hablo de los que están a mi alrededor, porque los primeros van como tiros y han llegado ya. Yo en esta zona me noto bastante bien, con las pulsaciones controladas y subiendo a buen ritmo. Pienso que al llevar desde el miércoles en Sierra Nevada acuso menos la altura. El caso es que voy mejor ahora que al principio. Termina esa subida, pasamos por el remonte y queda una última subida bestial desde el remonte hasta la carretera donde está situada la meta. Es una subida escalando piedras con pies y manos que te remata. Es la primera vez que entro en una meta utilizando los pies y las manos. La vista de la gente subiendo desde la meta es espectacular. Tardo 58 minutos, puesto 53 de unos 200. El primero hace 42 minutos. Creo que para ser la primera vez no está mal. El año que viene repetiré.
Una vez arriba hay que bajar por la pendiente última que hemos subido para ir hasta el remonte y ya bajar en el. Subiendo me he encontrado muy bien con las zapatillas NB. La suela agarra bastante y como pesan muy poco son perfectas para subir.
Llego a Pradollano, me ducho en las duchas que pone la organización (que por cierto es perfecta, ya podían aprender los del triatlón de Sierra Nevada de ellos) y espero a que lleguen mi mujer, los niños y unos amigos. Después pasamos todo el día por la estación de esquí, comemos y después de comer nos subimos en coche hasta la Hoya de la Mora y de ahí vamos andando hasta la Virgen de las Nieves y vuelta.
Llego al apartamento a las 9 de la noche, y todo el día andando con las zapatillas con las que había corrido. Cuento todo esto porque eso fué lo que me hizo decidirme a correr con ellas al día siguiente. Estuve más de 12 horas con las zapatillas puestas y estaba comodísimo. Cuando me las quité tenía los pies nuevos, como si no hubiera corrido por la mañana. Y los dedos, que llevaban tres días doliéndome por llevar puestas las Salomon los tenía perfectos. Hasta que llegué a Sierra Nevada llevaba 50 km en una semana corridos con las Vibram, y al ponerme las Salomon los pies y los dedos estaban aprisionados, por lo que decidí que al día siguiente correría con las NB minimalistas y que fuera lo que dios quisiera.
Al día siguiente me tocó madrugar, la salida era a las 8.30. Salí andando desde el apartamento a las 7.30 y 25 minutos después estaba en el baño del aparcamiento de Pradollano. El día amaneció con algunas nubes y bastante más fresquito que el sábado. la previsión del tiempo decía que iba a peor y la organización decidió que había que llevar chaqueta cortavientos todo el mundo obligatoriamente para entrar en la cámara de salida y volver con ella hasta la meta. Como yo la llevaba atada a la cintura debajo de la camiseta y no se veía en los puntos de control me hacían que la enseñara. El tiempo no fué a peor y aunque nos llovió un poco a mi no me hizo falta ponérmela.
En la salida también me coloqué más o menos adelante, pero como ya conocía la bestialidad de subida que teníamos para abrir boca y además este año el recorrido era más largo y con más subida, tenía claro que iba a salir bastante más reservón que el año pasado, haciendo la subida con calma. No me notaba nada cansado por lo del día anterior y las piernas las tenía perfectas. A pesar de ir más tranquilo que el año anterior subo más rápido y con más facilidad, siempre entre los 25 primeros. Todo el rato voy pensando en el momento de bajar, pero por ahora queda mucha subida.
Una vez llegamos al telescopio continuamos hasta el observatorio y desde allí empezamos una fuerte bajada por debajo del remonte que te saca de la Laguna. Me encuentro bien bajando, voy rápido y me noto las piernas fuertes, y además no me adelanta la gente que llevaba justo detrás, algo que me sorprende y que me da bastante moral. Después de esta bajada comenzamos a subir de nuevo. En esta subida me adelantan 4 0 5 corredores.
Conforme me voy acercando al final de la subida voy mentalizándome de lo que me espera para abajo. Paro en el avituallamiento que hay en la cumbre y bebo agua, isotónico y un plátano tranquilamente, pensando en la bajada. Con el plátano en la mano aún oigo que un juez dice: «ahí llega la primera de las mujeres», y automáticamente arranco y tiro para abajo, cuanto antes empiece antes acabo.
Comienzo a bajar y enseguida noto que voy mucho mejor que el año anterior. Lo achaco a que tengo ya más experiencia, pero realmente hago muy poca montaña. En todo el año sólo había corrido tres veces por la montaña: una salida en navidad con mi hermano Moi por la vereda de la Estrella, el trail de la Sierra de Huétor en marzo y la carrera a pie del triatlón de Sierra Nevada de este verano. Pero aún así me veo mucho mejor bajando, sobretodo con mucha más fuerza en las piernas. Voy pegado al burladero de la pista Antonio Zayas, intentando seguir alguna línea o camino trazado y pensando todo el rato en lo que uno de los protagonistas del libro Born To Run, Caballo Blanco, le dice al autor del libro cuando le está enseñando a correr terrenos llenos de piedras: «si entre dos piedras dudas entre dar una zancada o dos, entonces da tres».
Termino la parte más dura y empinada de la bajada y me aproximo ya a Borreguiles. Al pasar por Borreguiles me encuentro a Álvaro y a Marcelo gritándome y me animo todavía más de lo que voy. El año anterior en esa zona llevaba las piernas ya destrozadas, doliéndome mucho en cada zancada. Este año van fenomenal.
Paso por un control y el juez me grita animándome y me dice que voy el 38 de la general. Llevo 2 horas de carrera y comienza la última subida, siguiendo el recorrido del día anterior en el km vertical. En esta subida empiezo a notar ya el cansancio y tengo que bajar un poco el ritmo, por lo que me adelantan 2 0 3 que venían muy pegados, entre ellos la primera mujer, a la que animo al pasar.
Por fin termina la subida y al llegar arriba me dice el que apuntaba el dorsal: «vamos, que ya todo es bajada»! Como si estar en lo más alto de Sierra Nevada y tener que bajar en línea recta hasta Pradollano fuera un paseíto. En esta bajada, en la parte de la pista Granados estoy a punto de caerme varias veces, por lo que decido bajar con más precaución todavía, ya que a mi torpeza habitual se le juntaba ya el cansancio acumulado.
Paso por el último avituallamiento en la carretera de Borreguiles y continúo bajando por el Río. Por aquí se me tuerce un tobillo y por un momento creo que me he hecho daño, pero como voy caliente y queda poco no le hago ni caso. Al final no tuve nada de nada, menos mal. En toda la bajada me adelanta alguno más, entrando finalmente el 43 de la general y el 29 de mi categoría, absoluta masculino. Y con un tiempo de 3h20m.
Muy contento con mi resultado pero sobretodo por la experiencia vivida. Ha sido un fin de semana muy completo y en el que he aprendido muchas cosas. Las piernas las he tenido como palos durante cinco días. A las 48horas me resultaba casi imposible bajar un escalón o una ligera pendiente, pero curiosamente sólo me han dolido las piernas de rodilla para arriba. De rodilla para abajo, incluidos los pies, nada de nada, como si no hubiera corrido. ¿Será porque se me ha fortalecido mucho esa zona por correr descalzo-minimalista? Yo creo que si.
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