Media Maratón Córdoba 2011 – Enrique Alonso

Dice un proverbio popular que “a la tercera va la vencida”. En cambio, para mí, la tercera media maratón de mi vida no ha sido la mejor, pero sí en la que más he aprendido. Ahora tengo más claro aún que es una prueba dura que merece mucho respeto y, sobre todo, que se corre con las piernas y también con la cabeza.

Llegué ilusionado a Córdoba y convencido de que reduciría mi marca de Granada. Había entrenado más, la preparación fue a conciencia e hice bastantes tiradas largas (unos 18 kms cada vez que salía a correr). En cambio, cuando crucé la línea de meta me encontré con tres minutos más del registro que intentaba superar. ¿Decepcionado?, no… He aprendido. Mi primera media maratón fue en Marbella. La acabé con 1:59:27. Sin duda, un tiempo modesto, aunque conseguí mi objetivo, que era llegar. En febrero, cuando comencé a correr unas cuantas veces en semana, no me podría imaginar que siete meses más tarde sería capaz de completar 21 kms. Nada más terminar en Marbella, me apunté a Granada. Allí disfruté mucho y conseguí mi mejor marca, que es 1:51:13. En cambio, todos me hablaban maravillas de la media de Córdoba. Me decían que era muy llana, rápida y que era fácil mejorar el tiempo. De hecho, la mayoría de los conocidos lo han hecho. Pero, yo no. Encontrar la explicación es lo que me ha hecho aprender.

Correr es la vida misma y estamos empeñados en que todo sea racional. En cambio, soy de los que piensan que las sensaciones o, dicho de otro modo, lo irracional tiene mucho peso. En Córdoba fui más a superar la marca que a disfrutar. Fue un gran error. Llevaba semanas esperando la cita en Córdoba, pero, curiosamente, ese día, cuando me levanté, no tenía ganas de correr. Llegué a la zona de salida y me volví a ilusionar al ver a todo el mundo calentar. Había un auténtico ambientazo. Me coloqué en la línea de salida y sonó el disparo. No sé si tuvo algo que ver, pero ahora pienso que no debí salir tan adelante como lo hice. Es cierto que me molestó menos gente para coger el ritmo, pero tenía la sensación de ir en un “banco de peces” y estar al lado de los más veloces. Esto hizo que llevara un ritmo en los tres kilómetros iniciales rápido, pero malo para mis posibilidades. Iba a 4:20. Luego, la carrera me puso los pies en el suelo, pero aún no me devolvió a la realidad. Llegué al kilómetro 12 con un ritmo de 4:55, simplemente, porque quise ser más rápido de lo que soy, fingí ser otro…

En cambio, a partir del kilómetro 13, la cosa fue peor. Me acordaba mucho de Santi porque me leí sus consejos para la media maratón de Granada unas cinco veces. “La verdadera media maratón empieza en el kilómetro 15”, escribió… No se me iba de la cabeza. Es cierto que Córdoba no tiene mucho desnivel, pero esas avenidas tan grandes que parece que no tienen fin y ese llano constante necesita una cabeza muy fuerte. Una que elimine la idea que, a veces, te pasa por la cabeza de parar de correr y comenzar a andar. Tuve un bajón de energía y desde el kilómetro 16 hasta la meta me costó mucho. Y eso que “chapó” para la gente de Córdoba, que no paraba de animar. Me recordaba tanto a Granada. Ademas, se me complicó con una ligera hipoglucemia (soy propenso a ellas). Mi mejor premio fue cruzar la meta y completar la tercera media maratón. Para mí, la más decepcionante porque esperaba mucho y conseguí poco. Sin embargo, tengo claro que nunca ganaré una media maratón. Me conformo con ganar, día a día, en la vida, tener metas a las que llegar (aunque no me importe tanto el tiempo) y un grupo de amigos que me escuche, que me lea y que me dé consejos. Gracias Qualquieras.

Fdo. Un periodista de Linares que ahora le ha dado por correr.

Posdata: Enhorabuena a Rafa Abolafia, que lo tengo sentado a mi lado en la redacción y ese ya está en el grupo de keniatas. Por debajo de 1.30, vaya tiempazo.

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