Una vez finalizado el Trail de la Sierra de Huetor, en Marzo de 2012, no teníamos más carreras a la vista. Había sido una buena temporada y logramos terminar cada uno de nuestros retos propuestos de forma satisfactoria. Ahora estábamos enganchadas a la montaña de forma irreversible , y nuestra única ilusión, por el momento, eran las salidas de los domingos con los Arapajoes. Entre semana cumplíamos con nuestras obligaciones diarias, corríamos en solitario aprovechando los huecos que nos dejaba el día entre el trabajo, los niños, la casa y demás quehaceres. Pero todo esto de repente se hacía más llevadero sabiendo que los domingos por la mañana tendríamos nuestra recompensa. Nuestro momento .
A sólas con nuestros pensamientos, perdidas en la montaña y rodeadas de buena gente encantada de mostrarnos lugares que nunca nos dejaban indiferentes. Cada vez confiábamos más en nuestras posibilidades, éramos conscientes de que avanzábamos, de que podíamos unirnos a la tribu sin problema, de que estábamos mejorando mientras disfrutábamos y de que afortunadamente quedaba mucho por venir.
Fueron muchas las salidas, todas ellas espectaculares. Recuerdo la primera vez que subimos al Pico de la Carne . Es una de las rutas que más me gusta. Alcanzarlo nos costó bastante trabajo y nuestros amigos tuvieron que empujarnos literalmente, y darnos con sus manos más puntos de apoyo que los que ofrecía la montaña en cuestión. Y al llegar a su cima , giras tu cuerpo 180 grados, y descubres que desde cualquier ángulo la grandeza y belleza del paisaje es impresionante, la sensación que te embarga es difícil de describir . Es uno de los momentos en los que piensas que la vida es maravillosa, que nos ofrece el privilegio de alcanzar «el cielo» con nuestras manos, de sentirnos parte de la naturaleza por unos instantes y de compartir esos momentos de ensueño para hacerlos aún más grandes.
Pero sin duda la ruta que más me marcó fue la de la Vereda de la Estrella , en Guejar Sierra, un precioso pueblo de Granada. Fue el domingo 10 de Junio de 2012. Quedamos muy temprano, sobre las 7.30 am en el Barranco de San Juan , donde dejamos los coches y comenzamos la ruta. Una de las razones que hizo especial esta ruta fue que iban los Arapajoes casi en su totalidad, y además se unieron nuestros amigos Paco y David, con los que tantas experiencias he compartido en mi trayectoria como runner. Así que aquel fantástico grupo comenzó la expedición y desde la Vereda enganchamos la Cuesta de los Presidiarios hasta el Refugio de la Cucaracha . Es una subida bastante dura, donde tuvimos que caminar bastante, pero el paisaje entre pinares te lleva casi sin darte cuenta a un lugar de ensueño desde el cual puedes admirar los tres picos más altos de Sierra Nevada: Mulhacén, Veleta y Alcazaba .
Para todos aquellos que no sois de Granada , deciros que es uno de los lugares más maravillosos que hay por aquí. Que tenemos la suerte de vivir en una ciudad que nos brinda la oportunidad de disfrutar de un paisaje que se convierte en un auténtico espectáculo para nuestros sentidos. Y que los Arapajoes saben aprovechar este regalo al máximo y exploran continuamente nuevos senderos q se abren camino entre las montañas que nos rodean y nos envuelven.
Otro de los motivos por los cuales aquella ruta se convirtió en inolvidable para mí fue porque después de todo lo que tuvimos que hacer aquel día….¡Conseguimos el título de Arapajoes!! Aquello nos hizo mucha ilusión a Paqui y a mí. Que elogiaran nuestra valentía y que todos manifestaran que nuestro comportamiento había sido digno de «auténticas indias» de la tribu, nos produjo un gran subidón y las ganas de hacer más y más cosas! Pero nuestro trabajito nos costó conseguir aquel honor, eh? Si no me equivoco, fue la primera vez que escalamos casi de forma literal. Mi Maripuri querida que padece de vértigo se portó como una auténtica campeona, y por qué no decirlo…yo también!! Hacer clic en las fotos que os muestro a continuación donde podréis apreciar que exagero poco al contar que subimos una pared!
Poco después, bajamos hacía el río y cruzamos al otro lado para coger la verea de la Estrella de vuelta. Parece fácil, no? Pues bueno, también fue la primera vez que nos tuvimos que quitarnos las zapas para atravesar unas aguas que no eran frías, eran de infarto! Si le añadimos piedras resbaladizas y piernas temblorosas, obtenemos una situación de grito oyoyoyoyoy, total! Pero lo cruzamos, con nuestros pies descalzos y nuestras uñas pintadas, por supuestísimo! Tras descansar un poco, calzarnos y tomar un tentenpié continuamos la marcha de vuelta por la Vereda de la Estrella hacía el Barranco de San Juan. Ese recorrido es absolutamente increíble . Primero porque después de todo el gran esfuerzo comienzas a bajar y a disfrutar de lo lindo corriendo. Y segundo por el fantástico paisaje por el que te desplazas con el sonido del río y las cascadas de fondo. Y he aquí otra de las cosas que me ocurrieron por primera vez (porque ya ha habido varias…). Casi llegando ya al fin de la ruta, tal vez debido al cansancio que me impedía levantar lo suficiente los pies, tropecé y me caí….madre mía, qué caída! Me arrastré unos metros, rompiendo mi reloj, mis pantalones y haciéndome alguna que otra magulladura. Pero nada grave que no se tradujera en unas risas. Sí, risas sobre todo cuando al llegar al Barranco donde estaban los coches, me vieron aparecer y mi hermano me dijo: «pareces un mecánico de la Nissan!». Si queréis saber por qué, observar esta foto que me hice con mi amigo Paco que también tocó tierra !
Bueno, pues realmente estos 23 km (más o menos) y tres horas y media de ruta, dieron para mucho y nos brindaron varios obstáculos por el camino, que estas maripuris cabezonas superaron con creces y ascendieron como consecuencia de categoría. Nos lo merecíamos, no?
Pero sin duda alguna, lo que más marcó aquella ruta para mí, lo que verdaderamente la hizo importante, es que fue la primera vez que hablamos abiertamente con todos de nuestro deseo de hacer una maratón en asfalto . Llevábamos poco tiempo corriendo, y casi nos daba vergüenza nombrar esta ilusión por miedo a qué nos dirían. Pero aquél día, mientras subíamos la cuesta de los presidiarios, les contábamos a nuestros arapajoes cual era nuestra ilusión, y lejos de tomarnos a broma, nos animaron y nos mostraron su confianza en nosotras y en nuestras posibilidades de superar aquel gran reto. Recuerdo que incluso Curri nos hablaba del tiempo que podríamos hacer, y que el entrenamiento que estábamos desarrollando en montaña nos daría una fuerza tremenda para afrontar una carrera de larga distancia en asfalto.
De modo que allí, en aquel instante y en aquel lugar, comenzamos a hilar y tejer nuestra gran alfombra gris camino a la prueba reina . Y desde entonces, no pudimos quitarnos de la cabeza aquella idea, que se convirtió en reto para motivar nuestros entrenos diarios. Y sin quererlo aún decir muy alto, sabíamos a ciencia cierta, que en pocos meses estaríamos en la línea de salida de una maratón, sin saber bien cual y sin saber bien si seríamos capaces de terminar. Pero conscientes de que fuera donde fuese, y pasara lo que pasase, lo intentaríamos con todas nuestras fuerzas y llevando toda nuestra ilusión a cuestas.
No se muy bien cuál es el motivo por el que todo corredor, antes o después, necesita enfrentarse a esta prueba. Yo no imaginaba ni en los mejores sueños que a mí me ocurriera. Lo que ves muy lejos de repente te pisa los talones y o lo esquivas o….corres. Yo elegí correr . Y elegí hacerlo junto a mi fiel compañera. Y como siempre nuestros sueños se hacían uno sólo. Pero para enfrentarnos a ello aún quedaban algunos meses. Y es demasiado tiempo para mentes inquietas como las nuestras. Como podréis imaginar hubo mucho por medio. Nuevos retos, nuevas alegrías y experiencias, y una amistad que se consolidaba cada vez más con nuestros indios. No os perdáis todo lo que ocurrió hasta la llegada del maratón. Intentaré contaros esta historia de forma que consiga contagiaros. Contagiar las ganas de correr al que no lo hace. Contagiar las ganas de superarse al que corre. Contagiar la certeza de que hay tiempo a mujeres como yo. Contagiar la apuesta por una vida saludable al que cree que ya es demasiado tarde.
Porque correr es superación en cada uno de los aspectos de nuestro día a día. Porque correr es aventura y aventura es simplemente VIDA!